ZARAGOZEANDO

Doce puertas y tan solo una en pie: ¿por dónde se entraba a la Zaragoza amurallada?

La puerta del Carmen es el único de los doce accesos que llegó a tener Zaragoza que perdura ante el paso del tiempo. Hay cinco murales en la ciudad que recuerdan los antiguos pórticos

La puerta del Carmen es el único de los doce accesos que llegó a tener la muralla de Zaragoza que sigue en pie.

La puerta del Carmen es el único de los doce accesos que llegó a tener la muralla de Zaragoza que sigue en pie. / Jaime Galindo.

Iván Trigo

Iván Trigo

Una puerta le queda a Zaragoza y que todo el mundo conoce: la del Carmen. Pero la capital aragonesa, que nació amurallada con el nombre de Caesaraugusta, tuvo otros muchos accesos, algunos de los cuales permanecen, en forma de murales pintados, en las calles de la ciudad.

Hasta doce puertas llegaron a tener las murallas de Zaragoza a lo largo de su historia. Algunas eran simples accesos a la ciudad a través de modestas aperturas en los muros, pero otras eran auténticas joyas arquitectónicas que pasaron a la historia en el siglo XIX. Muchas quedaron gravemente dañadas en la guerra de la Independencia contra el ejército napoleónico.

La puerta del Ángel era la entrada principal de la ciudad por el norte. Estaba en lo que hoy es el paseo Echegaray, mirando hacia el puente de Piedra. Su nombre se debe a la figura del Ángel Custodio, patrón de la ciudad, que coronaba el pórtico. Se construyó en 1492 con motivo de la visita de los Reyes Católicos y se derribó en 1821.

Pintura de la puerta del Duque de la Victoria, restaurada recientemente, en un lugar preeminente en la plaza San Miguel.

Pintura de la puerta del Duque de la Victoria, restaurada recientemente, en un lugar preeminente en la plaza San Miguel. / Jaime Galindo.

La puerta de Toledo era una de las más impresionantes y, como recuerdo, hay un pintura en una fachada en la calle Manifestación, cerca del Mercado Central, donde se situaba este acceso. Dos imponentes torreones custodiaban esta salida de la ciudad, que daba al camino que conectaba directamente con el palacio de la Aljafería. Allí se instaló, explica el Ayuntamiento de Zaragoza, la cárcel de Manifestados. En 1842 se aprobó su demolición.

Puerta Cinegia fue otrora uno de los accesos a la ciudad, nada que ver con el espacio gastronómico cerrado que hoy ocupa esa misma ubicación y que mantiene la misma denominación. Era de carácter modesto, aunque también se remodeló para la visita de los Reyes Católicos. Fue uno de los puntos calientes de las batallas contra los franceses durante 1808 y 1809, por lo que se derribaron sus restos al acabar la contienda.

La puerta de la hazaña de Agustina de Aragón

Aunque si una puerta de las que tenía la ciudad es símbolo de la resistencia maña contra el ejército imperial de Napoleón fue la del Portillo, que estaba al lado de la iglesia del mismo nombre. Desde allí, la heroína por antonomasia de Los Sitios, Agustina de Aragón, disparó su cañón ahuyentando a los soldados franceses y retrasando su ataque.

 La puerta de Valencia es otra de las que han llegado hasta nuestros días en forma de mural, pintado en un edificio junto a la iglesia de La Magdalena, cerca de su emplazamiento original. Junto con la puerta del Ángel, la de Toledo y Cinegia, era uno de los cuatro accesos originales que tenía la muralla romana. Por ellos se accedían por el norte y por el sur al cardo máximo y por el este y el oeste al decúmano. Estas eran las dos vías principales del mapa de Caesaraugusta.

Mural camuflado de la que fue la puerta de Toledo, en la calle Salduba.

Mural camuflado de la que fue la puerta de Toledo, en la calle Salduba. / Jaime Galindo.

En época romana, precisamente, la puerta de Valencia se llamaba Porta Romana, puesto que era la salida de la ciudad que marcaba el camino para ir a Roma. Era, por tanto, la más importante y fue derribada en 1867. Otro acceso fue la puerta de San Idelfonso, por la que entró Alfonso I El Batallador para conquistar Zaragoza y que estaba situada junto al torreón de la Zuda.

La puerta de Sancho, por su parte, estaba en la salida de Zaragoza hacia lo que hoy es La Almozara mientras que la puerta del Duque de la Victoria se situaba en la plaza San Miguel. Esta es quizás la que tiene un mural más reconocible, puesto que ocupa una fachada completa en este céntrico entorno.

También existió la puerta de Santa Engracia, que fue cambiando de ubicación en los alrededores de lo que hoy es la plaza Aragón y la puerta Quemada, teñida de negro por los carboneros que se juntaban en torno a ella, entre la calle Asalto y Heroísmo.

Y en último lugar, ahora que se acerca el fin de año, hay que nombrar a la puerta del Sol, que estaba al final del Coso Bajo y que se llamaba así por un relieve con el astro rey que coronaba el acceso. Hoy Zaragoza solo tiene una puerta, la del Carmen. Allí, entre la avenida César Augusto, la calle Hernán Cortés y los paseos de Pamplona y María Agustín, aguanta al paso del tiempo. Y además de guerras, en 1997 resistió a la envestida de un autobús que volvía de la discoteca Coliseum. Toda una hazaña que la hace más única todavía.