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50 años del incendio en Tapicerías Bonafonte, en Zaragoza: la gran tragedia que apenas se recuerda

Hoy se cumplen cinco décadas del incendio de la Tapicería Bonafonte, en el que perdieron la vida 23 trabajadores   El juicio no llegó a determinar las causas del fuego

CALLE RODRIGO REBOLLEDO 41-45 . BARRIO DE LAS FUENTES. LUGAR DEL INCENDIO DE TAPICERIAS BONAFONTE. HACE 50 AÑOS

CALLE RODRIGO REBOLLEDO 41-45 . BARRIO DE LAS FUENTES. LUGAR DEL INCENDIO DE TAPICERIAS BONAFONTE. HACE 50 AÑOS / ÁNGEL DE CASTRO

Iván Trigo

Iván Trigo

Eran las 8.15 de la mañana. 11 de diciembre de 1973. En el zaragozano barrio de Las Fuentes, en la calle Rodrigo Rebolledo, se inició un fuego que convirtió el taller de de Tapicerías Bonafonte en un «horno crematorio», según recogieron las crónicas de la época. En el incendio murieron 23 trabajadores y los bomberos solo pudieron rescatar a cinco. Hoy se cumplen 50 años de una tragedia que conmocionó a toda España.

Medio siglo después, este suceso sigue resultando desconocido para gran parte de los zaragozanos, no como el incendio del Hotel Corona o el de la discoteca Flying. En el mandato anterior, Podemos presentó una moción en el Ayuntamiento de Zaragoza para colocar una placa en recuerdo de las víctimas del fuego. La proposición fue aprobada por mayoría, pero hasta el día de hoy no se ha colocado ningún elemento. Y mientras, los años pasan y el olvido se apodera de esta tragedia, que en su momento despertó conciencias. Precisamente, para evitar la desmemoria, los bomberos han organizado una exposición que se inaugurará esta misma semana en el Museo del Fuego y que podrá visitarse hasta el 11 de marzo. Se titula 50 años del incendio de Tapicerías Bonafonte y Raúl Valtueña es su comisario: «Fue una gran tragedia y hoy en día tiene poca repercusión», lamenta.

Valtueña, por edad, no formó parte del operativo que participó en el rescate, pero conoce bien la historia de este suceso. «Fue muy difícil y se desconocen muchos aspectos de la intervención aquel día de los bomberos. Pero lo que es raro es que ningún bombero muriera ese día», explica.

Los 23 muertos tenían entre 23 y 47 años, aunque la mayoría no pasaban de la treintena. Y peor podría haber sido, porque aquel día faltaron nueve personas a trabajar. «La secretaria llegó tarde y otra mujer no acudió a su puesto porque era el cumpleaños de su hijo», cuenta el comisario de la exposición.

Las causas del incendio no quedaron resueltas tras la investigación. No obstante, los que conocían el taller, situado en los bajos de los números 41 a 45 de la calle Rodrigo Rebolledo, advirtieron que había un transformador que llevaba días causando problemas.

Una trampa mortal

«El transformador estaba justo al lado de la puerta. Antes del incendio, los empleados llevaban días advirtiendo de que saltaban chispas. Días antes ya tuvieron que desalojar el taller por esto mismo. Y la noche previa se fue la luz y tuvieron que acudir los técnicos de Eléctricas Reunidas, pero dijeron que todo estaba bien», explica este bombero.

Esa rejilla de la que salían chispas daba, además, a una habitación en la que estaban las taquillas y habría dos sofás envueltos en papel. En el taller, todo era material inflamable: telas, materiales de relleno, pinturas... «El desarrollo del incendio fue muy rápido. Y el local, que tenía 1.000 metros cuadrados, solo tenía una puerta de acceso. Fue una trampa mortal», explica Valtueña.

La persiana de acceso estaba además bloqueada, por lo que los bomberos no pudieron entrar por la puerta. Hicieron un butrón pero las paredes eran de hormigón, lo que retrasó la operación. Cuando entraban, al poco tenían que volver a salir porque las temperaturas dentro del local eran abrasadoras. El rescate de alguno de los supervivientes se hizo por el patio del edificio, por el que se colgaron los bomberos para poder acceder al taller.

Para la exposición 50 años del incendio de Tapicerías Bonafonte se han preocupado en explicar, a través de una serie de planos esquemáticos, cómo pudo haberse iniciado el fuego y cómo estaba configurada la estancia.

Un informe del Ministerio de Trabajo llegó a apuntar que el origen del fuego estuvo en el transformador al que apuntaban los propios trabajadores. Pero en el juicio no quedó demostrado.

La vista se celebró tres años después de la tragedia y el resultado, tanto para los supervivientes como para los familiares de las víctimas, fue decepcionante. Durante el juicio, el fiscal llegó a apuntar que la causa del incendio fue la imprudencia de algún empleado. En ese momento, uno de los supervivientes que estaban presentes en la sala, Luis Guillén, gritó «¡mentira!». Todo el proceso se celebró en un ambiente crispado que sirvió, eso sí, para tejer redes vecinales y asociativas que perduraron años.

Los bonafonte, indultados

El juez condenó a tres años de prisión a los hermanos Bonafonte, propietarios del taller, por un delito de imprudencia temeraria. La Audiencia Provincial de Zaragoza condenó asimismo a los empresarios a indemnizar con un millón de pesetas a cada una de las 23 familias de los fallecidos. Pero se declararon insolventes, así que nadie vio una peseta. Poco después los Bonafonte fueron indultados.

En el incendio también resultó muy dañado el edificio de viviendas en el que se situaba el taller. Las 45 familias que fueron desalojadas tardaron ocho meses en poder volver a sus hogares. Y tampoco recibieron una gran compensación: 25.000 pesetas después de haberse pasado un año persiguiendo al gobernador civil para que no se olvidara de ellos.

La tensión y la indignación por lo sucedido estuvo presente desde el mismo día del incendio. Según recoge Pedro Villasol en su libro 54 años trabajando en el Cementerio de Torrero, donde dedica un capítulo a las tragedias acontecidas en la capital aragonesa, el suceso «conmocionó a la ciudad y se convirtió al mismo tiempo en un símbolo» que dio pie a la convocatoria de numerosas manifestaciones protagonizadas por el «activo movimiento sindical y vecinal», que estaba naciendo por aquel entonces con Franco todavía vivo. En el entierro de las víctimas del incendio, celebrado en la basílica del Pilar, la Policía tuvo que actuar para disolver una protesta. 23 personas perdieron la vida, pero toda una ciudad se unió para denunciar las injusticias. Seis años después, con el incendio del Hotel Corona, Zaragoza revivió el horror.