MOVILIDAD

Los barrios consideran que las líneas de bus 23, 33, 34 y 42 deben mejorar

Según la FABZ, el "problema de fondo" se solucionaría con la línea 2 del tranvía

Los conductores insisten en la poca visión de los nuevos buses eléctricos

Varios usuarios suben a un autobús urbano en Zaragoza, hace unos meses.

Varios usuarios suben a un autobús urbano en Zaragoza, hace unos meses. / ANDREEA VORNICUA

Alberto Arilla

Alberto Arilla

La movilidad siempre ha sido uno de los quebraderos de cabeza históricos de los zaragozanos. La soñada «ciudad de los 15 minutos» se convierte, según la procedencia de cada cual, en un auténtico caos en el que las frecuencias, los recorridos y las características de los propios buses urbanos confluyen para aumentar un descontento ya de por sí generalizado.

Así lo aseguran al menos desde la Federación de Asociaciones de Barrios de Zaragoza (FABZ), cuyo presidente, Manuel Arnal, destaca a este diario algunas de las quejas más recurrentes de los vecinos y vecinas de la ciudad. La gestión y la información de las frecuencias de las distintas líneas, dice Arnal, son uno de los puntos más criticados por la ciudadanía, desde el «descontrol de la app con las marquesinas» hasta la elección de la tipología de los autocares para según que recorridos, con «buses cortos para frecuencias largas», como el 23, que generan muchos inconvenientes, sobre todo en hora punta.

Por otra parte, el presidente de la FABZ se muestra muy crítico con el área de Movilidad, que «anunció una reorganización de líneas que no se ha hecho». El responsable técnico de ese campo en la federación, José Carlos Monteagudo, hace una comparativa con la última recomposición, cuando se estrenó la actual línea 1 del tranvía, que «permitió reducir el tráfico en el centro, además de las emisiones».

La FABZ sostiene, además, que el «verdadero problema de fondo» es la necesidad de construir una segunda línea del tranvía, la cual aseguran que solucionaría muchas de las demandas de los usuarios. En ese sentido, Monteagudo indica que dichos trayectos se suplen «con más autobuses, que además repiten sus trayectos», tal y como sucede con las líneas 33 y 34, muy concurridas y que comparten cerca de un 80% de su recorrido. Una situación que se repite, según el técnico de Movilidad de la FABZ, en «líneas circulares que recorren toda la ciudad y que conectan nodos importantes, como los hospitales». Es el caso del 42, el cual podría, a juicio de Monteagudo, «partirse en dos», ya que actualmente es, en sus mismos términos, «una catástrofe».

Además de las necesidades más pragmáticas que demandan los usuarios para sus viajes, los problemas técnicos coexisten de fondo, agravando más si cabe el descontento. De hecho, estos problemas no son exclusivos de los buses más antiguos de la flota, sino que afectan en diferentes niveles a las últimas adquisiciones del consistorio, especialmente los autocares eléctricos, que ya representan en torno a un 20% del total.

Temperaturas

En el primer caso, Arnal asegura que la decena de incendios en los últimos años o las averías habituales «no son casualidad», por lo que convendría revisar qué buses circulan por la ciudad. En cambio, los nuevos coches eléctricos presentan nuevos inconvenientes, como sus dificultades de circulación cuando las temperaturas alcanzan cotas cercanas a los 40 grados, muy habituales en el verano zaragozano. «Se paran y se bloquean. Si ves que esos buses no valen para esas temperaturas, no los compres para Zaragoza», critica Monteagudo.

Más allá del calor, el responsable de Movilidad de la FABZ remarca otras cuestiones técnicas, como la «poca visibilidad de los habitáculos» o los recurrentes problemas de accesibilidad. «Hay puertas delanteras por las que no cabe un carrito de bebé y ya no te hablo de sillas de ruedas», afirma. Añade que si fuese posible acceder al bus por todas sus puertas, «se conseguiría llenar el coche en una cuarta parte de tiempo», lo que agilizaría otros problemas relacionados, como el ya citado de las frecuencias.

Asimismo, desde la FABZ también critican la gestión económica entre el Ayuntamiento de Zaragoza y la multinacional Avanza, haciendo hincapié en la denuncia de ZeC del pasado mes de noviembre, en la que acusaban a la actual corporación municipal de seguir pagando el kilometraje a precio de diésel, cuando uno de cada cinco autobuses ya son eléctricos.