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Radiografía de un adiós "generacional" en el comercio de Zaragoza

El mercado Azoque, el antiguo Galerías Primero y el pasaje de los cines Palafox están vacíos de uso pese a ser tres centros neurálgicos del comercio zaragozano

El pasaje de los cines Palafox, un escenario desangelado.

El pasaje de los cines Palafox, un escenario desangelado. / JAIME GALINDO

Alberto Arilla

Alberto Arilla

La desaparición de los mercados de abastos de cualquier ciudad, cada vez más habitual en lugares como Zaragoza, marcan el paso de los cambios de la sociedad, desde el consumo hasta la forma de relacionarse entre sí. Bien lo sabe María del Mar García, Mari, regente del último local que aguantó en pie hasta hace apenas unos años, el bar El Siberiano. «Y porque me jubilé», subraya entre risas. Una jubilación que fue alcanzando poco a poco a todos los puestos del mercado.

Carnicerías, charcuterías, fruterías y pescaderías fueron perdiendo fuelle con el paso de los años, y los relevos generacionales no dieron continuidad a una serie de negocios que, al igual que en toda España, se están perdiendo. «Poco a poco se fueron jubilando todos, y otros directamente se salieron del mercado», recuerda Mari, que asegura que su bar «funcionaba», pero que los últimos cuatro años estuvo «sola en un espacio de más de 400 metros». «Qué iba a hacer, aguantar», añade al respecto.

Con todo, lo peor para la hostelera es que «ya no volvía nadie». «Se pierde encanto, pero ahora todo el mundo estudia y tiene  carreras. Yo misma no quise que les pasara a mis hijos. Los autónomos educamos así, para que no sean tan esclavos», comenta entre risas. En cualquier caso, lo que la antigua regente del Siberiano más echa en falta es a «su» gente: «La recuerdo con un cariño horroroso. Con algunos de ellos, los más allegados, todavía tengo mucha afinidad. La verdad es que era un bar muy familiar».

El supermercado Dia de la calle 5 de marzo, ahora cerrado.

El supermercado Dia de la calle 5 de marzo, ahora cerrado. / JAIME GALINDO

Una característica esta última que, dice Mari, «se está perdiendo». «Ahora los bares se están despersonalizando. Te voy a contar una anécdota. Mi marido, cuando veía a dos chavales que se bebían dos jarras, no les servía la tercera hasta que se comían un bocadillo. Esa familiaridad ya no existe», afirma la hostelera. En cuanto al público, la ex dueña del Siberiano asegura que no notó en exceso la desaparición del mercado de abastos, ya que la mayoría de sus clientes procedían de las oficinas, de las instituciones y de los bancos adyacentes.

Unos locales que, por cierto, siguen funcionando a pleno rendimiento, por lo que la posibilidad de dar vida al mercado, aunque fuese de otra forma, no es tan remota como podría parecer. Pese a ello, Mari puntualiza entre risas que si la supervivencia de su local hubiese dependido de la del mercado, «se hubiese muerto de hambre». «Alguno paraba y tomaba un café, pero poco más», rememora. Así, los ojos de Mari desde detrás de la barra del Siberiano son el mejor reflejo de cómo los tiempos cambian, y lo que antes parecía moderno, enseguida queda anticuado. Incluso en el centro. 

De Plácido Muñoz al “chandrío” del cierre del supermercado

«Plácido Muñoz era un hombre muy aragonés, un gran patriota de Aragón». Con estas palabras define Antonio Tornos, presidente de ECOS, al fundador de Casa Muñoz en 1957. Un negocio, situado en la calle 5 de marzo de Zaragoza, donde hasta hace bien poco se ubicaba el supermercado Dia, que se convirtió en uno de los gigantes de la alimentación y el comercio de la comunidad. Lo hizo ya bajo su nueva denominación, Galerías Primero, que desde 1962 se consolidó como la única gran cadena de distribución aragonesa, llegando a contar con 65 tiendas y más de 1.300 empleados.

Una «suerte de Galerías Preciados» que Tornos conoce de primera mano, ya que tiene cierto grado de parentesco con la familia Muñoz, por lo que habla con conocimiento de causa cuando se refiere al histórico empresario aragonés, fallecido en 2009. Desde 2004, Muñoz fue abandonando la empresa paulatinamente, desde el momento en el que vendió parte de la cadena al grupo Nozar, una de las mayores inmobiliarias españolas, y a la Caja Inmaculada (CAI). Dos años más tarde, en 2006, el empresario de Aldehuela de Liestos vendió las acciones que le quedaban, aunque continuó vinculado a Galerías Primero como presidente honorífico.

El mercado Azoque, cerrado a cal y canto.

El mercado Azoque, cerrado a cal y canto. / JAIME GALINDO

Ya en 2008, año en el que estalló la crisis económica mundial, Nozar abandonó la sociedad y poco después la CAI traspasó al grupo El Árbol la cadena, que «continuó con su actividad» con cierta normalidad, tal y como recuerda Tornos. Sin embargo, esta venta fue la demostración de los nuevos modelos de negocio que ya imperaban en el siglo XXI, pues El Árbol pasó a ser el quinto grupo en importancia en el sector de los supermercados por número de establecimientos, que superaban los 450 por todo el territorio nacional. Tras los cambios empresariales en el grupo, Dia heredó la cadena de Galerías Primero y decidió relanzar el supermercado de la calle 5 de Marzo en 2018, tras varios meses en los que hubo multitud de especulaciones acerca de un hipotético cierre.

Así, el local comercial que un día fue el buque insignia de la gran cadena de distribución aragonesa pasó a ser la mayor tienda en superficie de venta (1.700 metros cuadrados) del Grupo Dia, que en ese momento contaba con más de 4.700 tiendas por toda España. Hasta la pasada Nochebuena.

Tan solo cinco años después de su reapertura, el Grupo Dia confirmó el cierre de una de las grandes tiendas más icónicas de la capital aragonesa. Un anuncio que, tal y como contó este diario hace unas semanas, no sentó bien a los vecinos del barrio, que reclaman el poder tener un supermercado más cercano. Según el conserje de uno de los portales, el cierre supone para los vecinos «todo un chandrío».

Palafox: la gran joya que prometió resurgir y nunca lo consiguió

2014 marcó el fin de una era para los pasajes del cine Palafox. Situados en pleno paseo Independencia, uno de los puntos más icónicos de la capital aragonesa, los locales que un día dieron vida a sus pasillos dejaron el contador a cero con el traslado de Guante Veredé, su último inquilino.

Poco queda ya de la que fue la primera galería comercial de Zaragoza, envidiada por otras capitales en los años 70 por su esplendor. Guante Veredé fue el último, aunque ya llevaba dos años solo, aguantando los cimientos del histórico centro comercial, que fue languideciendo poco a poco ante el atropello de los nuevos tiempos.

El pasaje de los cines Palafox, un escenario desangelado.

El pasaje de los cines Palafox, un escenario desangelado. / JAIME GALINDO

Ahora, la ruta por los pasillos es un tránsito que solo se realiza al salir del cine, de noche, cuando se emplea como medio de evacuación. El resto del día, antes de las 13.00 horas, es complicado poder acceder al icónico lugar. De los escaparates comerciales, apagados desde hace una década, no queda ni rastro. Tan solo una tibia luz surge en la esquina con Independencia donde, bajo el desgastado letrero de la antigua tienda Márquez, se ubica una oenegé en la que trabajan varios voluntarios.

El futuro, en cualquier caso, es bastante incierto y negativo para el pasaje Apenas queda rastro de la reforma prometida por la propietaria, Zaragoza Urbana S.A., que llegó a lanzar un proyecto en el año 2015, en vistas a reabrir el espacio comercial en 2016. Por aquel entonces, la idea de la propietaria era invertir entre dos y tres millones de euros en la rehabilitación del pasaje, con el fin de dotar de un significado comercial a la planta calle y aprovechar el sótano para ocio y restauración. El que fuera gerente de Zaragoza Urbana, Felipe Sanz, dijo entonces a este diario que el objetivo era «recuperar el espíritu original del pasaje», para lo que se pretendía reformar, de forma integral, tanto los 1.500 metros cuadrados de la planta calle como los 1.500 cuadrados que se quería habilitar.

La iniciativa, de hecho, estaba relacionada con las obras del Hotel Goya y los cines, siguiendo la tradicional unidad de la que habían gozado estos tres espacios desde que nacieron, juntos, en los años 60. De hecho, el conglomerado que conforman los cines, el pasaje y las oficinas y viviendas colindantes fueron catalogados en el año 2009 como Bien del Patrimonio Cultural Aragonés por orden del Ejecutivo que entonces lideraba el socialista Marcelino Iglesias.

En cambio, nada más se supo de aquel lejano proyecto de reforma, que pasó a manos del Ayuntamiento de Zaragoza y que nunca llegó a ejecutarse. Ahora, casi diez años después, se antoja improbable que el pasaje Palafox resurja con la misma fuerza que antaño. Una joya cultural y comercial que, salvo giro no previsto a corto plazo, no tiene visos de volver a brillar.