No hay relevo generacional en el sector del taxi de Zaragoza, que ha tenido que adaptarse a una suma de vicisitudes que han mermado el atractivo que en su día tuvo este servicio público. Primero fue la crisis económica, después la llegada del tranvía y como colofón, el coronavirus, con su respectivo confinamiento y las restricciones (principalmente en el ocio). Por si fuera poco, la inflación, el incremento del precio del carburante, la crisis de suministros y la llegada de empresas como Cabify o Uber han dificultado todavía más el día a día de los taxistas. Circunstancias que han provocado que no haya relevo. Prueba de ello es que hay alrededor de 140 licencias a la venta, el doble que hace tan solo un año, de 1.777 que existen. De estás, 60 están inactivas.
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El presidente de la Asociación Provincial de Auto-Taxi de Zaragoza, Miguel Ángel Perdiguero, admite que «los jóvenes no ven en el taxi su futuro». Pese a que sigue habiendo interesados, explica que se trata de un empleo «sacrificado», que exige muchas horas de conducción, con fines de semanas y noches patrullando la ciudad. Según explica, la mayoría de las personas que se presentan a la formación lo hacen para tener una posible salida en caso de perder su empleo o, directamente, porque se han quedado sin trabajo a edades difíciles para encontrar otro.
A esta situación se le añade la escasez de estoc y el tiempo de espera en recibir un vehículo nuevo, hasta ocho meses. Una demora que provoca que algunos taxistas en potencia se lo piensen dos veces.
Aumento de gastos
Tras la pandemia y, sobre todo, durante el aumento del precio de la gasolina, creció el número de conductores que, cerca de la edad de jubilación, optaron por retirarse. «Antes de la crisis sanitaria se jubilaban entre 50 o 60 taxistas cada año», ahora hay 140 licencias a la venta que también han reducido notablemente su precio. De los que venden su licencia, 40 tienen más de 60 años que siguen trabajando a la espera de un comprador.
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«Aquí manda la oferta y la demanda, si hay más gente que quiere vender, más bajo es el precio», resume Perdiguero, que recuerda que para la Expo de 2008 se compraron licencias por más de 180.000 euros, que se rebajaron a los 100.000 con los años (antes de 2020) y que ahora se han estancado en los 60.000 euros. «Incluso ha habido alguno que la ha vendido por 48.000 euros», advierte.
Eso sí, los 60.000 euros cubren solamente el coste de la licencia, el precio aumenta cuando se incluye en el paquete la tarjeta de transporte y el vehículo. En el total influye el modelo del coche y el kilometraje que acumulan sus ruedas. Los adaptados son más caros, unos 20.000 euros más de media. «Las que se venden por menos dinero en portales de internet son falsas», apunta.
Ahora bien, comprar una licencia sin coche es todo un riesgo porque hay una demora de entre «siete y ocho meses» en la llegada de los vehículos nuevos, la mayoría Toyota Prius. «Esto echa para atrás a la gente, que empieza a pagar la hipoteca de la licencia sin saber cuándo va a poder empezar a trabajar y a ganar dinero», admite Perdiguero.
Para tratar de sortear este problema, desde la Asociación de Taxis tratan de negociar con los concesionarios de coches para tener una especie de reserva o estoc de vehículos, adelantando incluso parte de la señal, pero aún así resulta insuficiente.
Reparación de coches
En este sentido, los taxistas siguen sorteando los coletazos de la crisis de microchips y de suministros, que se hace extensible a la hora de reparar sus coches. Aunque en la cooperativa tienen vehículos de sustitución, hay momentos en los que hay más coches en talleres que de relevo, lo que se traduce en conductores parados y sin ingresos hasta que talleres recibe las piezas y puede reparar las averías.
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Para sortear las consecuencias de la crisis de suministros, el ayuntamiento zaragozano, a petición del sector, modificó el reglamento para que la edad mínima que debe tener un taxi desde su primera matriculación sea de cinco años en lugar de tres. Una medida que según Perdiguero ha dado oxígeno a los nuevos conductores ya que los plazos se reducen en el caso de tratarse de vehículos seminuevos o kilómetro cero.
Pese a todo, el sector vive un buen momento. «No podemos decir que nos hayamos recuperado al 100%, pero ahora estamos trabajando bien», asegura Perdiguero, que cifra en unos 1.700 euros los gastos que tienen que afrontar los taxistas en gastos fijos al mes de mantenimiento, entre la cuota de autónomo, el crédito de la licencia, la gasolina (unos 300 al mes) o el seguro, entre otros. «Actualmente uno se puede ganar la vida bien, pero trabajando mucho, con fines de semanas y noches», recalca Perdiguero, que insiste en que este horario y su exigencia es uno de los aspectos que frena a las nuevas generaciones a la hora de elegir como profesión el sector del taxi.