En lo que va de año, un total de 16 personas han muerto en las montañas y barrancos de la comunidad aragonesa, frente a los 21 de todo el 2015. Además, un excursionista, un educador de Zaragoza, está sin localizar desde la primavera pasada, cuando desapareció sin dejar rastro en el valle de Bujaruelo, cerca de Ordesa. Durante la temporada invernal se registraron nueve muertes, de las que cuatro estuvieron provocadas por la nieve helada que resistió en las partes más umbrías del Pirineo debido a la prolongación de las bajas temperaturas. El último fallecimiento hasta la fecha tuvo lugar el pasado 7 de agosto, cuando un ciudadano francés de 70 años se precipitó por una grieta en la Tuca de Salenques. El 2 de agosto, por otro lado, un soldado con base en Jaca resultó muerto al caerle encima un desprendimiento de rocas cuando practicaba la escalada en una pared de roca cerca de Canfranc. El pasado 24 de julio en Aliaga, en Teruel, cuando un joven de 29 años cayó a una poza del río Guadalope. Un accidente especialmente dramático fue el que costó la vida a una joven de 15 años que se despeñó en Ordesa cuando realizaba con sus compañeros una excursión nocturna el 19 de julio. El 9 de julio, un montañero francés de 60 años perdió la vida cuando descendía por la cresta de Salenques, en Benasque.