Además de los gastos que originan los festivales que se puedan acabar recuperando a través de la venta de entradas, los festivales tienen un aspecto beneficioso para la zona donde se celebran, el impacto económico. El valle de Tena, por ejemplo, vive un mes de oro en julio durante la celebración de Pirineos sur ya que son bastantes los días de concierto en los que los hosteleros cuelgan el cartel de completo. Los mismo sucede en Mora de Rubielos y Rubielos de Mora con el Festival Puerta al Mediterráneo ya que son los propios comerciantes y hosteleros de la zona los que no quieren que la cita se muera. De hecho, en las últimas ediciones se han hecho frecuentes los micropatrocinios a través de los cuales los establecimientos de la zona apoyan la cita, que acaba de celebrar su vigesimosexto cumpleaños, y ayudan, con ello, a su subsistencia.