La repercusión del caso Etoo, quien amagó con irse de La Romareda durante el partido de Liga entre el Real Zaragoza y el Barcelona por los insultos racistas procedentes del sector más radical y minoritario de la afición del equipo aragonés, y las reacciones a nivel nacional e internacional por un incidente que se sumó los numerosas manifestaciones xenófobas que se dan en los estadios de fútbol, se trataron ayer en el Senado ante la Comisión especial de estudio para erradicar el racismo y la xenofobia del deporte español. El protagonista de la jornada fue Alfonso Soláns, el presidente del Real Zaragoza y el primer dirigente de un club que ha aceptado la invitación de esta comisión de la Cámara Alta, quien apuntó sin embargo que su comparecencia no guardaba relación con los incidentes ocurrido en el campo zaragocista contra el jugador camerunés del Bar§a.

El directivo condujo su exposición hacia la intolerancia general que existe en el deporte y no en función de una actitud racista que, a su juicio, "no existe. En el fútbol hay la violencia física y verbal, pero no el racismo y la xenofobia. Nosotros tenemos jugadores negros y no pasa nada, no hay ningún rechazo ni movimientos en contra", explicó Alfonso Soláns.

REALIDAD SOCIAL El mandatario, sin ánimo de huir "de una realidad social", explicó que el racismo y la xenofobia ligados al fútbol es una manifestación de violencia verbal. "A mí me han insultado y no me he ido del campo ni he dejado mis funciones. Los insultos tienen como objeto poner nervioso al contrario, así como los gritos imitando sonidos de animales, no me parecen una manifestación de racismo", afirmó el gestor.

Alfonso Soláns subrayó que el problema hay que atajarlo "primero en el ámbito escolar mediante la educación, luego con reformas legislativas y con medidas policiales, aunque la represión puede suponer un avivamiento del problema. Las soluciones económicas tampoco son una solución", matizó.

DIRECTO Y CONTUNDENTE El presidente del Real Zaragoza fue directo y contundente en el instante que afrontó la valoración que le merecen los seguidores más radicales --en el caso del equipo zaragocista los Ligallo-- y la nefasta influencia de éstos en el deporte. "Estoy hasta el gorro de este grupo (el Ligallo). Entre semana son gente normal y los fines de semana se transforman en indeseables. No quiero saber nada de ellos como grupo. Ya no sabemos qué hacer para que mantengan su apartado positivo y dejen los aspectos negativos", se lamentó.

Soláns reconoció que en el estadio municipal de La Romareda hay locales para uso de las peñas zaragocistas. "Existe un control, pero si introducen en el campo lo que no deben hay que reaccionar", y siguió en su ataque contra los hooligans lamentándose de, a su parecer, la imposibilidad de reconducirles. "A los ultras se les intenta educar, pero ahí tiro la toalla. Los ultras son casi delincuentes, pero como tienen derecho a comprar su entrada y entrar al estadio....", señaló en un claro tono de impotencia.

El presidente recordó también la frase pronunciada por Jaime Lissavetzky, secretario de Estado para el Deporte, de "quien la hace la paga", y la estimó desproporcionada. "30.000 espectadores no pueden pagar por lo que hagan 40".