Seis jornadas sin ganar, diez puntos de 39 posibles, penúltimo en la tabla y una sensación de caída sin freno desde la derrota en el Reyno de Navarra ponen a Javier Aguirre en una situación delicada. ¿Hasta qué punto tiene su crédito agotado? Agapito Iglesias es absolutamente impredecible en sus decisiones, mucho más en los últimos tiempos, pero sí se puede asegurar que el técnico mexicano empieza a ver su continuidad en peligro. Tres partidos de Liga, ante Granada, Mallorca y Athletic, y en menor medida la eliminatoria copera ante el Alcorcón marcan la frontera para Aguirre. Si no hay reacción antes de Navidad, si el Zaragoza no abandona esa trayectoria tan negativa, las horas del preparador azteca, que ayer se reunió para comer con el director deportivo, Antonio Prieto, estarán contadas.

Agapito Iglesias le dio mucho crédito a Aguirre, algo que el entrenador se ganó el curso pasado con su trabajo y ahora aún confía en el Vasco y en que sea capaz de enderezar el torcido rumbo. Así, la destitución la sigue viendo como una posibilidad lejana, ante todo porque Aguirre, con todos sus errores en este curso y --todos sus aciertos en el anterior--, sigue teniendo un margen para la afición y, sin él, Agapito perdería uno de los pocos escudos que tiene delante de una grada que hace tiempo que sabe que el gran problema del club es su presidente.

Además, la situación del Zaragoza en concurso de acreedores tampoco facilita cualquier destitución, por mucho que el único candidato para el relevo esté en casa (Juan Eduardo Esnáider, técnico del filial). La otra opción sería que el paso lo diera el propio Aguirre, que, como hizo Irureta, por ejemplo, diera un paso al frente y en un ejercicio de honestidad reconociera que es necesario un relevo en el banquillo para intentar cambiar el rumbo.

Sin embargo, el mexicano no está en ese punto. Con sus momentos de flaqueza, y el domingo era uno de ellos, el Vasco es un luchador y sabe que cuenta con el apoyo del vestuario, o al menos de una gran parte de él. Aun así, la ilusión, la fuerza del mensaje y la seguridad que transmitía el curso pasado no es la que exhibe ahora. Ni mucho menos.

El club valora la gestión del grupo que hace el técnico, como también que el equipo se deje el alma, el corazón, como hizo en la segunda parte ante el Sevilla, aunque lo haga con todo el alocamiento del mundo. Tampoco es extraño que eso suceda. Agapito ha instalado al club aragonés en el caos desde hace tiempo, Aguirre supo aislar al grupo el curso pasado y formar un bloque, pero el virus de la inestabilidad que tiene el Zaragoza acaba por afectar a todo y a todos.

SOLUCIONES Y REFUERZOS El Vasco tiene aún margen y debe buscar soluciones, algo que sí se le critica en las oficinas de la entidad. El Zaragoza no funciona y él se obstina en repetir argumentos y jugadores, sin apenas variar. Es verdad que no hay mucho margen, pero sí mas del que muestra el técnico, que está obligado a buscar soluciones a la espera de que el Zaragoza, y Jorge Mendes, traigan refuerzos en enero. Y no serán menos de tres: un central, un organizador y un delantero.

La situación en todo caso se parece mucho a la de los dos últimos años. Agapito echó a Marcelino en la jornada 14 y con 12 puntos como balance, mientras que la temporada pasada Gay y Nayim hicieron las maletas con siete puntos en la undécima jornada. El Zaragoza de Aguirre lleva 10 puntos en 13 citas ligueras. La situación en descenso es idéntica, la trayectoria, igual de pobre, pero la diferencia es que el empresario soriano le tiene más fe al Vasco. Además, es verdad que el cambio en el banquillo provocó la reacción en los dos últimos años, con Gay y Nayim --y siete refuerzos-- en la 09-10, y con Aguirre --y dos fichajes-- la temporada pasada, pero antes de que llegara esa remontada hubo que pasar por un peaje de adaptación, de cambio de realidad, que duró varios partidos.