La situación de Toni Doblas esta temporada es un sinsentido. Absurda para él y absurda para el Real Zaragoza. Tras regresar de su cesión al Xerez, el portero ha permanecido en la plantilla porque el derecho le asiste (tiene contrato firmado hasta junio del 2014) y a pesar de que sabe, porque Manolo Jiménez fue absolutamente transparente con él, que no cuenta para nada. El técnico prefirió a Leo Franco como suplente de Roberto por razones de vestuario.

A Doblas le restan todavía este y otro año más de contrato porque salió extraña y sorprendentemente renovado por dos temporadas de aquella reunión en la que se pactó su cesión al Xerez el verano pasado. De aquellos barros vienen ahora estos lodos para el Zaragoza, que no para el guardameta, que realizó una magnífica gestión de su propio futuro. Sin embargo, para el club es un problema sin resolver. Un jugador que no utiliza y que le genera un coste.

Ha sido Doblas el que se ha dirigido a la entidad para buscar un punto de encuentro. Que el portero siga aquí carece de justificación deportiva. Así que lo más razonable sería encontrar una salida definitiva y evitar, si se puede, otra cesión. En ese supuesto, en el que deberían empeñarse los dos protagonistas, Doblas perdería una parte de lo que tiene garantizado en estos dos años a cambio de su libertad profesional y el club se ahorraría una cantidad importante que estará obligado a pagar en caso contrario. Otro claro caso de que siempre es mejor un mal arreglo que un buen pleito.