Aragón aporta 22 víctimas a la siniestra estadística de las mujeres asesinadas a manos de sus parejas en la última década. Son 18, según los datos oficiales del Observatorio Sobre Violencia de Género, pero en las estadísticas no parecen computarse los casos que están pendientes de resolución judicial, como las tres víctimas descuartizadas en los últimos dos años o la indigente polaca que falleció en febrero, tras tres meses ingresada en la UCI por una paliza de su pareja. El año pasado --las últimas cifras que ofrece el organismo--, 111 hombres cumplían condena en Aragón por este tipo de delitos.

En el lado positivo, las denuncias por violencia de género se redujeron en el 2012 respecto del año anterior, de 3.392 a 3.228, y la tendencia en cuanto a los asuntos que llegan a los juzgados aragoneses este año parecen confirmar esta progresión. Sumaban, hasta junio, 368, lo que supondría a final de año unas 736, algo menos que las 748 del 2012, según los datos del Consejo General del Poder Judicial.

Sin embargo, según fuentes del Colegio de Abogados de Zaragoza, la reducción no se está dejando notar en el Turno de Oficio, donde los casos, con 602 hasta la fecha, se incrementan ligeramente. Indicaría un aumento de este tipo de delitos entre las capas sociales más desfavorecidas, que pueden acogerse a la justicia gratuita.

Con las estadísticas estabilizadas, el principal foco de atención para los expertos, como vienen reiterando en los últimos años la Casa de la Mujer y el Instituto Aragonés de la Mujer, es la perviviencia de esta lacra entre los más jóvenes. Es un porcentaje bajo estadísticamente --no llega al 1%, según los últimos datos ofrecidos--, pero grave, porque indica que las políticas de información y prevención no están calando entre las nuevas generaciones, lo que derivará en problemas futuros.

Los seis asesinatos de mujeres a manos de sus parejas, estables u ocasionales, que acumula la comunidad en los últimos dos años son significativos --suponen un cuarto del total en una década--, pero sobre todo destacan por su crueldad. Tres mujeres descuartizadas, una apaleada hasta el ingreso en el hospital, otras dos salvajemente acuchilladas...

La buena noticia es que, hasta ahora, todos los responsables de estos crímenes han podido ser arrestados, y a los asesinos se les están imponiendo condenas ejemplarizantes, aunque no parezcan arredrar a los violentos.

Como ejemplos, tres de los últimos casos juzgados que ilustran esta página: Manuel Campo, condenado a 22 años como autor confeso de la inhumana agresión a Pilar Ucedo en su casa de La Almozara, a la que asestó 30 cuchilladas y propinó seis botellazos al no lograr consumar una relación sexual, en junio del año pasado.

O la pena de 17 años y medio de prisión impuesta a Miguel Ibáñez, que también cosió a puñaladas a su pareja, Tatiana Radionova, cuando le comunicó que le iba a abandonar, en noviembre del 2011. Por su parte, Eduardo Chacha, que estranguló a Angélica Chusete en su domicilio de San José, al creer que le era infiel, pasará 18 años entre rejas.