--Para su nueva novela ha rescatado al inspector Mainar de Días sin tregua.

--Sí, es el mismo personaje con la diferencia de que esta novela es más coral, comparte el protagonismo con muchos más personajes. Yo tenía la historia en la cabeza en principio sin Mainar pero quería aprovecharlo y en ella encajaba. Es una novela con una lectura completamente independiente, con ese nexo y con que está ambientada un año después.

--¿Qué evolución ha vivido el personaje?

--En Días sin tregua, para empezar, la historia se narra en primera persona, por lo que tiene un punto más intimista y más introspectivo en la que Mainar siempre está hablando de sí mismo. En Todas las miradas, el personaje se divide en otras muchas historias, es una novela contada en tercera persona con muchas tramas confluyendo. Mainar evoluciona pero siempre manteniendo sus rasgos característicos: un policía joven, demócrata en un ambiente más bien retrógrado, que es como era el de la Policía de entonces. El inspector es un hombre introvertido, un poco solitario y sentimental, sigue manteniendo su caracter y además arrastra sus problemas personales.

--¿En qué aventura se ve inmerso Mainar esta vez?

--La novela está ambientada en pleno Mundial del 82. Elegí Málaga porque la trama tiene como punto de partida que un miembro del staff técnico de la delegación de la selección de Nueva Zelanda desaparece al llegar a España. Eso es lo que investiga Mainar pero el lector va a saber enseguida que esa persona trabaja para la diplomacia británica y que su misión es dejar escapar a occidente a un miembro de la delegación soviética.

--Y a través de esa trama de espionaje refleja la situación que vive España

Sí, a través del personaje que quiere escapar de la Unión Soviética y también a través del fútbol. Es un momento en el que coincide también con la presencia terrorista de ETA, ya que un comando de la banda preparaba un atentado en la zona.

--¿De qué otros rasgos de la Transición se ha nutrido?

--Lo que más me llamaba la atención de la época era que se celebró el primer gran evento internacional con el Mundial cuando ni siquiera hacía siete años que había muerto Franco. Era la primera vez que la democracia española ponía a prueba su capacidad organizativa como escaparate ante todo el mundo mientras daba sus primeros pasos.

--Todas las miradas estaban puestas en España, ¿de ahí el nombre?

Sí. Además quería reflejar cómo fue aquel 82 en un contexto de crisis económica, de terrorismo muy fuerte y con una extrema derecha muy potente. Ni estábamos en la Unión Europea y encima el gobierno que había entonces, UCD estaba descomponiéndose. Me parecía un momento muy interesante, nacional e internacionalmente también y eso lo he querido reflejar.

--Es una novela negra pero teñida de costumbrismo social.

--La novela negra siempre sirve para reflejar el ambiente de la época en que transcurre, sus costumbres, la vida social de la época... Hay una desaparición, una investigación, muertos y tiros como novela negra pero también se muestra un retrato de esos años de la Transición. Era una época de fuerte crisis económica pero también de inseguridad ciudadana, de atracos a las farmacias, de robos en gasolineras, de pandillas juveniles de quinquis, de heroína; temas que Javier Cercas refleja muy bien en su última novela. Un episodio que se nos ha olvidado un poco.