La gente de aquí «no es consciente de lo que los españoles han hecho por India. Han cambiado la vida de millones de personas. Particulares, empresas e instituciones han aportado su granito de arena, y han obrado un milagro». Estas palabras de agradecimiento son fiel reflejo del espíritu con el que Moncho, hijo del misionero Vicente Ferrer y director de programas de la fundación que lleva el nombre de su padre, afrontó este lunes su visita relámpago a Aragón.

La Fundación Vicente Ferrer lleva medio siglo en India trabajando por los más desfavorecidos, y ha realizado proyectos financiados por las principales instituciones aragonesas, tanto el Gobierno como los grandes ayuntamientos y las tres diputaciones provinciales. En esta ocasión, Moncho Ferrer pasó por la capital aragonesa para reunirse con José Antonio Sánchez Quero, presidente de la Diputación Provincial de Zaragoza (DPZ).

Esta institución ha financiado con 15.000 euros parte de la construcción de 47 viviendas -el coste de cada una de ellas asciende a unos 2.000 euros- en dos aldeas, Chinnampalli y Y.C.Palli, situadas en el distrito de Anantapur. Ambos núcleos cuentan con una población eminentemente empobrecida, que pertenece a las castas más bajas de la sociedad india, dedicadas a ser jornaleras para subsistir.

Hasta ahora, los beneficiarios de este proyecto habitaban chabolas sin baño levantadas en terrenos que no eran de su propiedad. Pero, gracias a este proyecto, 47 familias, entre las que hay 37 niñas, 59 niños y 49 mujeres, tienen garantizado el derecho a una vivienda digna. Y, lo que es casi más importante, a unas infraestructuras adecuadas de saneamiento.

«Las mujeres temen alejarse de sus casas para hacer sus necesidades porque nunca saben lo que les va a ocurrir», señaló Moncho Ferrer, ya que la sociedad india padece unos elevados índices de violencia sexual y de género. «Por eso es tan importante que tengan cerca un baño. No solo por sanidad, sino también por su propia seguridad», añadió.

Según Moncho, «decir vivienda, en Anantapur significa mucho más. Es un hogar para unas personas que nunca en su vida han tenido una casa, ni ellos ni sus padres ni sus abuelos». Por ello, con esta actuación se pretende romper el círculo de pobreza en el que viven estas familias, promoviendo su empoderamiento socioeconómico, especialmente el de las mujeres, ya que son ellas quienes van a acceder a la titularidad de la propiedad.

«Poniendo las casas a nombre de las mujeres también estamos trabajando sobre la igualdad de género porque, en la cultura de India, todas las propiedades van a parar siempre a manos de los hijos, pero las hijas se casan, se van a otra familia y se quedan sin nada». Con este gesto «estamos haciéndole pensar a la sociedad que por qué las mujeres no pueden tener el derecho de ser las dueñas de un terreno, una casa o cualquier propiedad», destacó Ferrer. Aunque reconoció que «al principio hubo resistencias por parte de los hombres», esta iniciativa «forma parte de la lucha contra la discriminación de género que la Fundación Vicente Ferrer está desarrollando».

Así, se fortalece el papel activo de la mujer en su comunidad, convirtiéndola propietaria de su vivienda y reduciendo su vulnerabilidad en cuanto a su seguridad física y su salud, gracias al acceso al saneamiento.