Ayer fue uno de esos días en los que el público que asiste a una plaza de toros se va satisfecho tras presenciar el faenón, cocinado a fuego lento, de Manzanares y Talavante a sus primeros cuvillos. Valió la pena pagar una entrada que combinó el temple y el clasicismo del alicantino con la creatividad y la improvisación del extremeño. Por momentos, La Misericordia se puso en pie. Y como resultado dos apéndices concedidos por la autoridad que bien pudieron ser más si ambos toreros hubiesen estado más acertados con los aceros.

El primero que la armó fue Manzanares con unos derechazos y naturales de lujo. "Eso es templar y mandar", gritaron desde el tendido 3. Y el diestro captó el mensaje y se recreó ante un humillado Asustado. Estoconazo en el centro del anillo y trofeo. "Ha sido un toro fácil, manso, que iba pegando cabezazos y rebrincaba, pero me he sentido a gusto", señaló. "El segundo se paraba y no me ha permitido poder disfrutarlo. Ha sido soso y no transmitía y, aunque se lo he brindado a la cuadrilla por ser el último (de la temporada), no le he tenido mucha fe".

Manzanares dice adiós a un año con puertas grandes en Madrid, Barcelona y Sevilla, y con la vacada de Núñez del Cuvillo como testigo. "Ha sido una temporada soñada, extraordinaria. Quitando las ferias de Zaragoza y de Bilbao, he salido a hombros en todas las plazas de primera y en el 90% de las de segunda. Al principio creí que me costaría mucho más con el problema de la mano, pero gracias a Dios todo ha salido muy bien. Acabo muy feliz", afirmó satisfecho.

Talavante, quien no había tenido excesiva fortuna en anteriores comparecencias, sacó el tarro de las esencias y regaló un auténtico recital con la muleta. "Ha sido una tarde importante para mí, lástima no haber rematado mi primer toro como lo hice con el segundo. Tenía una deuda pendiente con Zaragoza y ha sido la vez que más he disfrutado".

Por último, El Fandi acusó en exceso el revolcón que le infirió su primer toro en el tercio de banderillas al querer parar el toro con la mano en la testuz. "Me molesta la cadera y me costaba moverme. Pero si el toro hubiera embestido no habría tenido problemas. No me he sentido a gusto".