El asturiano, que llegó en verano al Real Zaragoza procedente del Espanyol, recibió ayer muchas muestras de cariño por parte de la afición perica. La gente coreó su nombre cuando se dieron las alineaciones por megafonía y fue aplaudido también cuando lo sustituyeron. Al final, el jugador del Zaragoza se puso la camiseta de su rival, besó el escudo y fue dando la vuelta al campo saludando.