Opinión | EDITORIAL
Regeneración necesaria mal planteada
Sin cuestionar en ningún momento la profundidad del dolor del presidente Pedro Sánchez por las acusaciones vertidas contra su entorno familiar, la forma como ha gestionado esta situación se ha aproximado más al patrón del oportunismo político que al del líder que reclama respeto por su derecho a sentirse conmocionado y a expresarlo públicamente. La reflexión que ha hecho Sánchez es legítima, pero la podía haber hecho en la intimidad, sin la catarsis dentro de su propio partido, sin promover una encuesta del CIS y sin culminar el episodio con una entrevista en la televisión pública en prime time. Y llegar a las mismas conclusiones. Vamos a analizarlas con detenimiento.
Si el presidente del Gobierno se siente víctima de una operación de acoso mediático y judicial de matriz antidemocrática hace bien en quedarse porque es un tipo de política que solo puede merecer el repudio de todos. Y la respuesta más lógica es la que ha propuesto: lanzar un programa de regeneración democrática que impida que continúe ese asedio y también que se reproduzca con cualquier otro líder político, sea de cualesquiera de los bloques en los que Sánchez divide a los grupos parlamentarios. La regeneración no puede ser una forma de autodefensa ni de venganza sino una apuesta por mejorar la calidad democrática para mejorar la convivencia y preservar los derechos de participación política de los ciudadanos. Sí a la regeneración, no al cambio de las reglas del juego en beneficio de un choque ideológico.
¿Qué se puede hacer en materia de regeneración? El presidente acierta en los temas, pero habrá que estar muy atentos a la naturaleza de las propuestas que haga. Es urgente la renovación del Consejo General del Poder Judicial para que el gobierno de los jueces pueda asumir sus responsabilidades y rinda cuentas de determinadas actuaciones. Pero esa renovación debe hacerse en base a un amplio consenso, sin alterar las mayorías reforzadas que ahora se necesitan y que hay que preservar. Y eso pasa por exigir también a la actual oposición igual responsabilidad. Pero no puede pasar en ningún caso por abrazar los postulados de los que intentan protegerse con apelaciones al mal llamado lawfare.
La regeneración también debe abrazar a los medios de comunicación. La mejor manera no es hacerse entrevistar la misma noche de su anuncio en la televisión pública que tiene una presidenta interina, la segunda desde la dimisión del candidato elegido por el Parlamento. Urge una renovación de los órganos de gobierno de RTVE, sin ingenuidades pero poniendo en igual cuarentena el pluralismo político e ideológico con las maniobras para alimentar proyectos de comunicación privados desde los presupuestos públicos. Igualmente, es necesario asegurar la equidad en el reparto de la publicidad institucional de todas las administraciones, que deberían exigir a toda plataforma la responsabilidad editorial que exige la ley a los medios convencionales.
La regeneración que apunta Sánchez es necesaria, pero no en la línea de como ha gestionado su período de reflexión sino en la de afrontar los problemas de fondo como le pide el mismo PSOE, sus socios de gobierno y de investidura y el líder de la oposición que, no olvidemos, ganó las elecciones.
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