Zaragozeando
Zaragoza, la ciudad esculpida entre raíles de tren que llegó a tener cinco estaciones en servicio
La capital aragonesa llegó a contar con cinco estaciones de tren en servicio al mismo tiempo, aunque a lo largo de la historia ha habido diez
En la actualidad, las brechas provocadas por el trazado de los raíles en la malla urbana siguen existiendo. Ahí está el Portillo, en un solar que está a punto de salir del abandono con la reconversión de la pastilla en un parque y con la estación, ya en desuso para los viajeros, todavía en pie. No obstante, en Zaragoza quedan otros vestigios de un pasado en el que el ferrocarril abordaba la ciudad por todos los flancos.
Es el caso de la Estación del Norte. Uno de los edificios que sirvió para el tránsito de los viajeros sigue hoy en pie, puesto que a finales del siglo pasado se reconvirtió en un centro cívico. Pero la estructura era antaño más grande, contaba con un edificio gemelo situado en paralelo, por el medio circulaban las vías y los andenes estaban protegidos bajo una cubierta que se sostenía sobre los dos inmuebles.
A esta estación fue a la que llegó el primer tren que arribó a la capital aragonesa. Partió de Barcelona y fue un 16 de septiembre de 1861. A partir de entonces, comenzaron a construirse en Zaragoza nuevas terminales edificadas todas por empresas privadas, que eran las que gestionaban las líneas de ferrocarril hasta la creación de Renfe.
Otra de las estaciones que ya no sirve como tal pero que sigue –en parte– en pie es la de Utrillas, que hoy se ha integrado en el centro comercial Alcampo situado en la plaza a la que también da nombre este pueblo minero de Teruel y desde donde llegaban hasta la capital aragonesa vagones cargados con carbón para alimentar a la incipiente industria.
Una de las estaciones que sí ha desaparecido es la del Santo Sepulcro, también conocida como MZA, ya que formaba parte del trazado Madrid-Zaragoza-Alicante. Estaba situada en las inmediaciones de lo que hoy es el Portillo. En su entorno también surgieron factorías como la de Chocolates Orús, un edificio hoy reconvertido en un hotel. Y ya el siglo pasado se construyó la estación de Caminreal, que sigue en pide aunque está en desuso en lo que hoy es la plaza El Periódico de Aragón, justo frente a la estación intermodal de Delicias.
Pero hubo en Zaragoza otras tantas estaciones de tren, muchas de las cuales llegaron a unirse mediante enlaces ferroviarios que generaron unas brechas que impidieron el desarrollo urbanístico de algunos barrios de la ciudad.
Con la inauguración de la estación del Portillo en 1972, el tráfico de trenes se centralizó y las viejas estaciones quedaron inservibles. Entonces Zaragoza comenzó una reconversión que continuó con la apertura de la estación Delicias. Y con el proyecto de urbanización de la pastilla del Portillo se cierra una etapa de la historia de la ciudad en la que el tren era un vecino más.
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