Eran sobre las 17.30 horas y Pepe Royo, un vecino de Andorra, se asomaba a la ventana de su vivienda, un tercer piso cuyo horizonte son unos campos. Estaban llenos de agentes uniformados de la Guardia Civil pistola en mano. Las calles aledañas presentaban la misma imagen. ¿Qué estaba pasando?

Pronto obtuvo respuesta gracias a la rápida actuación del alcalde que emitió un bando para pedir a la ciudadanía que no saliera a la calle y que los establecimientos que permanecían abiertos bajaran la persiana. El motivo era que el fugitivo conocido como el Rambo de Requena podría estar escondiéndose en la zona. Media hora después se confirmó con su detención.

Royo reconoce que se asustó al ver «un despliegue de la Guardia Civil increíble»: «Era como las películas, revisaban todas las oquedades y hasta se metieron por los huertos», destaca, mientras reconoce que nada más ver tal cantidad de agentes «pensó en el Rambo de Requena». «Casualmente hace unos días un vecino dijo que lo había visto aunque luego se supo que fue una confusión y mira por dónde estaba cerca», añade.

Royo no puede evitar recordar el asesinato de los guardias civiles Víctor Romero y Víctor Caballero y del ganadero José Luis Iranzo. «Esta vez ha sido diferente, ha habido un gran despliegue. Yo trabajo en la zona en la que ocurrió el triple crimen y no se vio esto», asevera.

Una situación que también destaca Luis Manuel Alquézar, portavoz de la plataforma Amigos de Iranzo que insiste en exigir más seguridad en el medio rural y saber qué falló aquel 14 de diciembre del 2017 cuando ocurrió el triple crimen. «¿Por qué otra vez aquí?», se pregunta Alquézar, quien se contesta así mismo añadiendo que «la falta de agentes ayuda a esconderse». 200 agentes cuantificó la AUGC que era el número de guardias civiles que faltaban en la provincia.

«Hemos vivido un calco de diciembre del 2017, pero ha habido un mayor despliegue y eso demuestra que los mandos de la Guardia Civil no querían cometer los mismos errores porque eso nos hubiera dado la razón, a pesar de que les hemos hechos 87 preguntas y no nos contestan a ninguna», lamenta, mientras reclama que se les tenga más en cuenta.

DE MUNIESA A ANDORRA

Muniesa y Andorra están separadas por unos 35 kilómetros. Cuando el alcalde andorrano, Antonio Amador, se enteró del tirotero en el municipio cercano no dudó en improvisar un vídeo a modo de bando municipal que emitió a los 7.000 vecinos de su municipio. En él, no dudó en pedir a la ciudadanía que no saliera a la calle porque el Rambo de Requena estaba suelto. No estaba confirmado que fuera el fugitivo, pero el regidor no dudó en alertar a sus ciudadanos. En la mente tenía el triple crimen del 2017 y no quería que la falta de información provocara otra tragedia. «Es muy importante comunicar lo que ocurre a la gente porque así se pueden evitar desgracias», justificó Amador. Llegó la detención y en ese mismo momento se enteró que no solo había sido en las inmediaciones de Andorra, sino que el Rambo de Requena había andado por sus calles, armados, y que incluso había sustraído un vehículo a uno de sus vecinos tras encañonarle con su escopeta. La información alerta, no alarma.