El barrio de las Delicias es el más grande de Zaragoza y también el más multicultural. En sus calles cabe de todo pero conviene, de vez en cuando, reparar en los pequeños detalles. En la calle Monte Carmelo, en uno de los extremos del distrito (cerca de La Aljafería), hay un local muy especial. Es la sede de la comunidad bahá’í de Zaragoza, una religión muy espiritual y secularizada que aboga por la unidad de todas las fes. 

En la capital aragonesa hay un centenar de bahá’ís aunque en todo Aragón hay un total de ocho comunidades, de las cuales la más grande es la de Zaragoza. Esta religión, que surgió en Persia en el siglo XIX es monoteísta y su creencia se basa en la existencia de un Dios que se ha expresado a lo largo de la historia a través de diferentes profetas como Jesucristo, Buda, Mahoma... y Bahá’u’lláh, su fundador. «Dios ha hablado a través de cada uno de ellos. Cada religión nos ha transmitido algo de esa esencia que no conocemos. Pero son todo reflejos del mismo Sol. Sol solo hay uno», explica uno de los representantes de esta comunidad en Zaragoza, José Luis Marqués. 

La clave de esta religión es pues la unidad. Esta fe, afirma Marqués, tiene una base muy social y entre sus principales dogmas está la creencia de la igualdad entre hombres y mujeres, el respeto al ser humano, la no existencia de las fronteras («el mundo entero es un país») y la armonía entre la ciencia y la religión. 

José Luis Marqués, miembro de esta comunidad en Zaragoza. ÁNGEL DE CASTRO

En el bahaísmo no existe un clero. No hay líderes ni jerarquía. Cada agrupación se organiza escogiendo, anualmente y mediante un voto secreto, a nueve personas para organizar el día a día de la comunidad. Cada 19 días (en el bahaísmo hay 19 meses de 19 días cada uno) se juntan para orar y charlar de las actividades programadas. «No hay mitos o ritos como en las religiones antiguas. Lo principal es la vida interior de cada uno, la oración y la meditación», explica Marqués. 

 Sin embargo, los bahá’ís sí que celebran sus propias bodas, por ejemplo. «Los novios deciden cómo y dónde casarse. Simplemente tienen que pronunciar una frase ritual acatando la voluntad de Dios», cuenta este representante. En marzo celebran el año nuevo y en otoño recuerdan a Bahá’u’lláh. Para ser bahá’í tampoco es preciso ningún rito de iniciación: «Para formar parte de la comunidad lo primero es conocer el bahaísmo e investigar. Tiene que ser un convencimiento personal, no hay nadie encargado de evangelizar al resto. Cuando estás convencido simplemente tienes que firmar en nuestra base de datos para que nosotros podamos mandarte información periódica». 

Una bahá’í porta un cuenco con las llamadas vitaminas para el alma. ÁNGEL DE CASTRO

Los primeros bahá’ís llegaron a España a finales de los años 40 a través de una entusiasta norteamericana, Virginia Orbison, que sirvió de ejemplo para los que vivieron a su alrededor. En Zaragoza, Concha Lago fue la primera en convertirse a esta fe, que ha ido creciendo hasta el día de hoy. «En lugares como en Yemen, en Irán o en la Alemania nazi o la URSS sí que se persiguió el bahaísmo, pero en occidente hemos pasado siempre muy desapercibidos. Como no vamos llamando por las puertas, ni vestimos de forma rara, ni somos muy originales pues no se han fijado en nosotros. Hoy en día hay mucha aceptación e incluso en el franquismo había cierta permisividad, aunque la Policía sí les vigilaba un poco y llegó a detener a algún miembro», recuerda. 

Más allá, Marqués reconoce que hoy en día viven a gusto y sin sufrir reproches por parte de nadie. «Abogamos por el diálogo interreligioso y los derechos de todas las personas, sin importar su procedencia», zanja. Las Delicias, territorio de fe.