Día de la madre

A fondo | Participación equilibrada

A los hombres no se les pregunta sobre conciliación, por lo que parece que la responsabilidad principal del cuidado de la familia corresponde a las mujeres

Una madre trabajadora ayuda a su hijo con los deberes.

Una madre trabajadora ayuda a su hijo con los deberes.

María Sasot Berges, presidenta de Directivas de Aragón

Si la conciliación familiar se refiere a la participación equilibrada de cualquier persona en la vida familiar y laboral, ¿por qué sólo se pregunta a las mujeres por dicha conciliación? Al hacerlo, estamos dando por hecho que la responsabilidad principal del cuidado de la familia corresponde a las mujeres.

Durante siglos, en muchas culturas y sociedades, las mujeres han desempeñado roles centrados en el cuidado, del hogar, de los niños y de los mayores. Este papel ha sido ampliamente recogido en la literatura, la religión, el cine y en otras expresiones culturales. Y sí, debemos agradecer a todas las que se han dedicado a estas tareas de gran responsabilidad, sacrificio y en muchas ocasiones renunciando a sus propias aspiraciones. Actualmente estamos en el momento de la responsabilidad compartida.

Cambiar una construcción cultural arraigada requiere de compromiso, esfuerzo continuo y deliberado y desafiar estructuras profundas e inconscientes instauradas en la mente de las personas. Nuestro cerebro usa de base la información repetida en películas, cuentos, libros, anuncios, conversaciones, chistes… los almacena por patrones sistemáticos y los utiliza autónomamente para tomar decisiones de forma no consciente y sin racionalidad. En psicología se conocen como «sesgos cognitivos». Conocer y reconocer que existen son el primer paso para mitigar su impacto.

Las sociedades desarrolladas han demostrado que, al avanzar en libertad, derechos civiles e igualdad, son capaces de desafiar y cambiar prácticas que anteriormente se consideraban normales y que han pasado a ser injustas o inaceptables. La frase «siempre se ha hecho así» puede ser una de las más peligrosas porque niega la posibilidad de innovación y avance. Preguntando a las mujeres por conciliación estamos reforzando el sesgo, damos por hecho que es el papel que le corresponde, somos resistentes al cambio, ofrecemos una realidad parcial o distorsionada, alimentamos los estereotipos y limitamos la igualdad de oportunidades. La conciliación empieza en la familia, en la pareja, desde el respeto y la libertad de elección. Requiere de educación, de comunicación entre iguales, reforzando a las nuevas generaciones que no hay roles específicos de género. Debe ser entendida como un compromiso equilibrado entre empresa y trabajador que permitirá atraer y retener al mejor talento. Y a nivel gubernamental facilitar el equilibrio sin minar la competitividad de las empresas. La aplicación, digital o no, con la que acordar el reparto de tareas compete al entorno personal y familiar.

Una cuestión estratégica y social que nos compete a todos.