Orgullo Gay. Error. Orgullo LGTBI. Correcto. Aunque resulte más complicado de pronunciar, las siglas que resumen la diversidad dentro del colectivo de personas no heterosexuales importan. Y es así porque lo gay (relativo a los hombres homosexuales) solo representa a una pequeña parte de las diferentes formas de ser, estar y amar. Los detalles son relevantes y el lenguaje también lo es, porque con él se da forma a la sociedad. Lo que no está escrito no existe. Y de ahí la importancia de la terminología.

Género no binario, intersexuales...

Las siglas LGTBI hacen referencia a Lesbianas, Gays, Trans, Bisexuales e Intersexuales (personas que nacen con características anatómicas de ambos sexos y que pueden definirse como hombre, mujer, ambas o ninguna). Pero no todo acaba ahí: existen los asexuales, los queer o de género no binario y fluido (que no se identifican con la división entre sexos establecida y huyen de los estereotipos de género marcados) y un sinfín de posibilidades que dan cuenta de la infinidad de orientaciones e identidades en las que se puede configurar un ser humano.

Las personas trans y las cis

Transgénero y transexual no es lo mismo. Más allá de las diferencias y el debate entorno a está cuestión, cabe señalar que, como se cree, el hecho de ser trans no se limita a nacer hombre y querer ser mujer y viceversa. Ser trans no implica asumir todos las características (físicas y de identidad) que se le otorgan al sexo contrario al asignado, sino que una persona puede identificarse con un género concreto (incluido el no binario) pero no necesariamente con la anatomía que ello conlleva en el mundo heteronormativo. Es decir, un hombre trans puede no querer operarse para retirarse los senos y sentirse a gusto aún así con su cuerpo. Y una mujer trans no tiene por qué estar incómoda con el hecho de tener pene, aunque se identifique totalmente con lo femenino.

En definitiva, ser trans no significa tener que hormonarse, ni operarse, ni «convertirse» en hombre o mujer. Significa no estar de acuerdo con el género o el sexo asignado al nacer. A partir de ahí cada uno se configura como siente. Y no, no es una opción ni una voluntad, es una expresión más de la variedad y diversidad del ser humano.

Sí que existe un término para definir lo opuesto a ser trans, que es ser cis. En una persona con esta característica el sexo (los genitales) y el género concuerdan. Un cis puede ser, además, gay, lesbiana, bisexual o tener otra identidad, como lo es la pansexualidad. Este término define a aquellos que se sienten atraídos por las personas independientemente de su sexo o su identidad. Se diferencian de los bisexuales porque no asumen la diferenciación binaria de los sexos (masculino y femenino).  

El debate y las ‘TERF’

La Ley Trans ha abierto el debate de lo que implica ser mujer y hombre. Un espectro del feminismo se muestra en contra por considerar que el género es la raíz de la desigualdad entre ambos sexos. Se les denomina, a veces despectivamente, como TERF (Trans-exclusive Radical Feminists en inglés y Feministas Radicales ­–por lo de la raíz y no por su beligerancia­– Trans Excluyentes).