EL PROBLEMA DE LA VIVIENDA

Una okupa entra en una casa con la ayuda policial en El Gancho de Zaragoza

El propietario del edificio se atrinchera en el mismo para evitar ser detenido / El dueño compró el inmueble por 90.000 € y en un mes ha expulsado a los residentes

Vasile Adrian Codrin, dueño del edificio, en la calle a través de uno de los cristales rotos.

Vasile Adrian Codrin, dueño del edificio, en la calle a través de uno de los cristales rotos. / Ángel de Castro

L. M. G.

La historia al revés. Vasile Adrian Codrin, que compró por 90.000 euros un edificio lleno de okupas en el zaragozano barrio de El Gancho y que poco a poco ha conseguido recuperarlo, vio ayer cómo una de las mujeres que vivían de forma ilegal allí conseguía entrar gracias a la ayuda de la Policía Local y de los Bomberos de Zaragoza. Les había llamado aduciendo que había sido expulsada de forma violenta del piso en el que residía. Un auxilio policial que por sorprendente que parezca se ajusta a la legalidad, puesto que no hay vigente una orden de desalojo con respecto a la moradora, la única fórmula con la que un propietario puede realizar un lanzamiento.

Fue ayer a las 14.45 horas cuando el propietario del inmueble, que se dedica a la construcción y que estaba realizando unas obras en el interior de uno de los pisos desokupados, observó la escena desde una de las viviendas en las que estaba desescombrando. «Escuché unos ruidos y me asomé, estaban ahí con la mujer que les había dicho que tenía unas medicinas en el interior de la casa y que tenía que entrar en ella», afirma Codrin, quien reconoce que todavía «no sale de su asombro por lo que ha vivido».

Vasile Adrian Codrin, dueño del edificio, en el interior de una de las casas.

Vasile Adrian Codrin, dueño del edificio, en el interior de una de las casas. / Ángel de Castro

Relata que adquirió las seis viviendas y los dos locales que conforman la finca ubicada en el número 40 de la calle Cerezo, situada en un distrito en el que el Ayuntamiento de Zaragoza pretende llevar a cabo un proyecto para intentar mejorar la seguridad de la zona, el pasado mes de junio y que «poco a poco» ha ido consiguiendo que los okupas abandonaran el inmueble. «A algunos les he pagado 600 euros y a otros, gracias a un argelino amigo mío que les conocía y ha hablado con ellos, se han marchado», afirma.

La mujer que ayer pudo volver a ocupar de forma ilegal el Primero B de este portal cobró, según Codrin, 600 euros. «Le ha debido de parecer poco dinero puesto que ha llamado a la Policía Local para volver a entrar en la casa. Aquí la tengo, desgraciadamente», señala este hombre, quien resalta que conforme los okupas se han ido yendo, él ha ido tapiando las casas. «Lo curioso es que la Policía Local le ha puesto una cadena con un candado a la casa de esta mujer para que pueda entrar y salir porque yo le había clausurado el acceso a la vivienda», reconoce.

Una versión de los hechos la del dueño del edificio que dista mucho de la ofrecida por la mujer que pidió ayuda a una pareja de agentes que patrullaban la calle.

Según consta en la comparecencia policial, la mujer, de 67 años, les dijo que estaba saliendo de su casa y que Vasile Adrian Codrin le dio un empujón que le hizo caer al suelo y que le arrebató las llaves. A continuación le dijo que tenía un soplete y que lo iba a usar para que no volviera a entrar al interior de la vivienda ni de las zonas comunes puesto que había cambiado el bombín de la puerta.

La propia mujer reconoció a los policías locales que era una okupa y que necesitaba las medicinas que había en el interior porque es diabética, al tiempo que los uniformados comprobaron que no había ningún tipo de orden judicial que le impidiera estar dentro. Ante ello, tal y como marca el protocolo, llamaron a los Bomberos de Zaragoza que accedieron a la vivienda a través del balcón y ayudados por una escalera.

Cuando los agentes realizaron la inspección ocular del piso observaron que había signos de que la casa había sido habitada recientemente, por lo que, al no haber ninguna orden de desalojo, autorizaron la entrada de la okupa a la vivienda. En paralelo, la mujer realizó una denuncia ante la Policía Nacional por un delito de coacciones contra el propietario del inmueble.

La Policía Local trató de ponerse en contacto con Vasile Adrian Codrin, pero no le fue posible porque se escondió. Este hombre reconoció a este diario que así lo hizo porque temía que fueran contra él, «pese a ser el dueño del piso». «No entiendo cómo está la ley, es mi edificio y una okupa puede llamar a la Policía y que le dejen entrar de nuevo cuando se había ido voluntariamente», insistió. De hecho, su abogada, Carmen Sánchez Herrero, ya está estudiando acciones legales para «garantizar los derechos del verdadero dueño». Después del incidente, este hombre decidió ir a una ferretería cercana y comprar candados para poder cerrar todos los pisos y locales, así como la puerta de acceso al inmueble. «Tengo miedo de que se vuelva a llenar de okupas», lamenta. 

Momento de la intervención policial en la casa okupa.

Momento de la intervención policial en la casa okupa.