Cada 31 de marzo los distintos colectivos que forman la España Vaciada echan la vista atrás y conmemoran la gran manifestación de la Revuelta de la España Vaciada celebrada en 2019 que en su momento llenó las calles de la capital española para reivindicar que ser menos no resta derechos. La marcha consiguió poner sobre la mesa las reivindicaciones de las zonas con menor densidad de población del país y conseguir que lo que hasta el momento habían sido movimientos ciudadanos se convirtieran en opciones políticas.

En este tercer aniversario han sido los jóvenes los que han salido a la calle a reivindicar su posición en la España Vaciada. El turolense Diego Lores fue uno de los que con su maleta acudió ayer a la protesta frente al Instituto de la Juventud (Injuve). A sus 25 años el joven tuvo que abandonar Teruel, primero para dirigirse a Valencia para estudiar y unos años después a Madrid por una oferta laboral. «En muchos casos la juventud se ve obligada a abandonar los pueblos porque no tienen oportunidades si que quedan. Lo que nosotros reivindicamos es que quedarse en el pueblo sea también una opción», reconoce el portavoz.

Aunque la protesta no fue especialmente multitudinaria al centrarse solo en una franja muy concreta de la España Vaciada, los participantes aseguran que el balance es positivo.

Además, los representantes de los jóvenes rurales tuvieron la oportunidad de reunirse con la directora del Injuve y con los asesores del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030. Una reunión que calificaron de «positiva». «Hemos podido exponer que es lo que necesitamos como que las ayudas no se queden siempre en las ciudades o que se tengan en cuenta para premios proyectos de emprendimiento que se crean en localidades pequeñas», explica Lores. «Hemos visto predisposición para intentar cambiar las cosas pero también es verdad que no sería la primera vez que las administraciones públicas nos hacen promesas que no se cumplen y nos decepcionan», añade el portavoz.

Entre las reivindicaciones que se realizaron ayer y que provocaron la movilización de los jóvenes están la creación del Plan de Retorno Joven que garantice oportunidades laborales en el mundo rural, mecanismos que permitan acceder a la vivienda o una mayor oferta cultural y de ocio.

«Hay muchas entidades públicas y privadas que podrían descentralizar sus actividades en el mundo rural y que ofrecerían muchas oportunidades laborales. Lo mismo pasa con las universidades, claro que no se puede enseñar de todo en todas partes pero se pueden repartir las carreras en las provincias con menos población y favorecer la igualdad de oportunidades», explica Lores.

Ante la duda final, Diego lo tiene claro. Si pudiera volver a vivir a Teruel lo haría sin pensárselo ni un minuto y asegura que «muchos se vendrían conmigo».