El Periódico de Aragón

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EL CONFLICTO OLÍMPICO

Los Juegos vistos desde Cataluña

Enric Truñó, responsable político en Barcelona 92 y comisionado del proyecto pirenaico de 2022, analiza la candidatura conjunta | El primer error, la cita del pasado septiembre en el Pignatelli con Sánchez, Lambán y Blanco: "Tres dijeron que había que hacerlo de una manera y el cuarto ni estaba"

Enric Truño, concejal durante los Juegos Olímpicos del 92 y comisionado responsable de Barcelona-Pirineus 2022. ricard cugat

Enric Truñó fue edil de Deportes del Ayuntamiento de Barcelona durante 15 años (1981-95), donde asumió la responsabilidad de ser el concejal de Juegos Olímpicos y la representación en el Consejo Rector de la Candidatura de Barcelona, ​​del Comité Ejecutivo y de la Comisión Permanente del Comité Organizador Olímpico de Barcelona 92.

En 2010 fue nombrado comisionado responsable de la candidatura Barcelona-Pirineus 2022, donde permaneció cuatro años, hasta que el alcalde Xavier Trias dio por cerrado ese proyecto. Antes y después se ha mantenido muy en contacto con el mundo olímpico, colaborando con candidaturas como la de Granada o la ganadora de Turín 2006.

Muy en contacto con el deporte y activo mediáticamente con la actualidad, el expolítico resume los recelos de una candidatura a la que todavía no condena al fracaso pese a que se ha hablado demasiado "a golpe de tuit". No se puede "estar litigando todos los días si hay que construir", por lo que es posible que no se hayan identificado bien "los requerimientos del COI y lo que supone hacer unos Juegos en un movimiento de cambio climático y crisis energética".

"Hay que ir de una vez a la profundidad de los temas. Se tienen que encerrar, negociar y que no haya más tuits"

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Si no se preparan unos Juegos de emisiones cero, "no los haremos". Es decir, "hay que ir de una vez a la profundidad de los temas. Se tienen que encerrar, negociar y que no haya más tuits".

Truñó echa en falta "un proceso de maduración tranquilo en reuniones de trabajo en las que se habla a calzón quitado y se traban complicidades", pero admite que "todo cuesta mucho hoy en España para llegar a un acuerdo" y que este proyecto "no está exento de ese entorno complicado".

Entre los principales errores ve, sobre todo, que no se produjo una reunión inicial. "En la cita famosa del 15 de septiembre en Zaragoza, donde estaban el presidente Sánchez, el presidente Lambán y el presidente Blanco, no había nadie representando el proyecto que desde 2010 se estaba trabajando en Cataluña. Entonces, tres dijeron que había que hacerlo de una manera y el cuarto ni estaba en la reunión".

Fue el momento en que todos los que estaban anunciaron claramente que era un proyecto de España. "Pero los Juegos Olímpicos nunca han sido un proyecto de Estado. Nacen de la realidad de un territorio, aunque este pueda ser amplio. Los Juegos de Barcelona nacieron de Barcelona, lo puedo prometer. Y los de Turín también, aunque luego juegue Italia entera».

El expolítico catalán insiste en que "no hubo una reunión partiendo de cero", pero cree que hay posibilidad de que "todo el mundo se encuentre, de que todos ganen". "No sé si podrá obtener el 100% de sus reivindicaciones, pero sí ganar. Sin embargo, no ser capaces ni de proponer una candidatura es perder todos».

Pedro Sánchez y Javier Lambán, en la visita del Gobierno y el COI al Pignatelli el pasado septiembre. JAIME GALINDO

La figura de Alejandro Blanco ha perdido prestigio en las últimas semanas, desde que Lambán se sintió traicionado por el dirigente del COI tras filtrar que el acuerdo estaba cerrado. Truñó cree, sin embargo, que lo ha intentado, y recuerda que nunca una candidatura en España había tenido "tal complejidad de agentes". Lo que se está haciendo "es complicado per se".

"La palabra mágica del marketing sería Pirineos" porque en el legado quedará que es la cordillera que ha organizado los Juegos. "Da igual si ha sido tu estación o la de al lado. La marca es Pirineos clarísimamente», explica Truñó, seguro de que el problema "no es el nombre", aunque este sirve "para ganar una competición internacional".

"Se elige, Vancouver, Salt Lake City o Sapporo, un nombre, pero no tres o cuatro. Toda la historia del olimpismo ha sido una ciudad y no debería molestarnos ninguno. Habría que encontrar uno que todo el mundo se encontrara bien y sirviera para ganar», asegura inclinándose claramente por Barcelona pero sin citar la ciudad de la que fue concejal durante 19 años. Para la ciudad condal "es más una oportunidad de mantenerse en el mapa", de posicionamiento internacional.

"Además, Barcelona es la ciudad que da credibilidad a una candidatura, ya ha sido olímpica y ha demostrado capacidad organizativa. Aunque evidentemente no lo puede hacer sola. Ya tuvo 17 subsedes en el 92, entre las cuales estaba Zaragoza».

Sin embargo recuerda: «El COE, con Barcelona 92, tuvo una actitud muy respetuosa con los promotores de la candidatura. Ahora no sé quién es el promotor de la candidatura"

El COI y la paciencia "de santo"

Según Truñó, desde Aragón se han ido "tergiversando algunos números", en referencia a las pruebas y el número de participantes pero sin especificar. Más claro habla del trabajo. "Se tenía que haber cosido un grupo de debate, pero se ha ido dejando para después. A lo mejor la reunión del 15 de septiembre del año pasado tenía que haber sido en Caspe y con las cuatro partes y no en el Pignatelli, cuando se habló de igualdad. Pero ese día no estaba Cataluña», lamenta el catalán, que admite que las dos comunidades, por separado, "somos muy flojos en comparación con los que competimos».

Aun así, no da por pedida la candidatura, que en teoría debería zarpar hacia el siguiente puerto esta misma semana. «El COI tiene una paciencia de santo con todo el mundo. Tiene comprensión de la realidad y de la complejidad. Si somos capaces de defender el acuerdo todos, el COI se dará por satisfecho. Bien está lo que bien acaba".

Por último, Truñó cree que los Juegos serán posibles "si nos sabemos olvidar del clima general de confrontación que vive España", pero que ambos lados deberían comenzar "por ponerse en la piel del otro, que nadie se imponga a nadie y todo el mundo pueda defender el proyecto".

Una prueba más o menos "da igual, hay que ser flexible", asegura antes de dejar la última reflexión: "Hay que preparar con rigor y profesionalidad algunas preguntas que va a hacer el COI para las que, hoy por hoy, no tenemos respuestas".

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