Unos 180 millones de kilos y un 30% de lo que sería una cosecha normal para la fruta de hueso en Aragón. Es decir, se ha perdido el 70% de lo que sería una producción normal –600 millones– en las 35.000 hectáreas destinadas a este tipo de fruta a lo largo y ancho del territorio aragonés. Estos son los valores en los que se han movido los albaricoques, nectarinas, melocotones o cerezas en una temporada «marcada por las heladas» y que pasará a la historia sin ningún tipo de duda por la variedad de inclemencias meteorológicas a las que han tenido que hacer frente los agricultores aragoneses.
El carácter tan generalizado de las heladas que se sucedieron durante los primeros días de abril –con mínimas de hasta siete grados bajo cero– «ha reventado» las producciones en todos los rincones de Aragón y habría que hilar muy fino para encontrar valores algo más normales en esas producciones, como ha podido suceder en Mequinenza con la cereza o en Zaragoza y la zona del Valdejalón con el albaricoque. Óscar Moret, representante del sector fruta en UAGA, lamenta que los números son «escandalosos» en el caso del albaricoque, pues se ha perdido el 90% ya que florece pronto, por lo que es más sensible a esas heladas.
Por si fuera poco, el comportamiento meteorológico de los meses de verano tampoco ha acompañado con las reiteradas olas de calor y la ausencia de precipitaciones. Por ejemplo, la cereza de Calatayud –apreciada por su calidad al criarse en altura– se ha echado a perder con estos golpes de calor. Para más inri, los efectos derivados de estas temperaturas tan extremas no están contemplados en los seguros agrarios, por lo que Moret llama a plantear una revisión de este tipo de incidencias.
No obstante, en la otra cara de la moneda, el responsable de fruta en UAGA no duda en aplaudir la rápida respuesta que ha tenido esta vez el Gobierno de Aragón en la concesión de ayudas: 7.000 euros por explotación. En cuanto a precios, ha sido una campaña «bastante buena» para el que ha tenido producción.
El sector, en jaque
De todos modos, Moret insiste en que se hace vital plantear una reconversión de la estructura del sector ya que muchas empresas se están viendo obligadas a cerrar. De hecho, entre los agricultores existe «mucho miedo» a una campaña con mucha producción y unos precios de venta bajos que acabarían en catástrofe.
En este sentido, Agustín Sánchez, secretario general de Fedefruta Aragón, añade que muchas de estas empresas ya han tenido que recurrir a un Expediente de Regulación de Empleo (ERE) para «minimizar el impacto de los gastos fijos». Otras han cambiado de manos. Y es que esa escasez de volúmenes no ha sido suficiente como para cubrir los costes de las explotaciones por mucho que los precios hayan alcanzado niveles «correctos» aunque no acordes a la relación oferta-demanda. De hecho, la subida en estos costes ronda grosso modo el 30%. «El esperado, el de la mano de obra, casi ha sido el menos significante en comparación el de la energía, el gasóleo y los fitosanitarios», detalla Sánchez, quien añade que, en el caso de las cajas, ha llegado a suponer un 15%, en materia de fertilizantes ha alcanzado el 30% y en combustible para la maquinaria agrícola se ha duplicado.
Sánchez coincide con Moret en que la cosecha ha sido «corta» y ni mucho menos se va a llegar al 40% de la media de los últimos cinco años. «La campaña ha sido bastante descorazonadora», apunta el secretario general de Fedefruta Aragón mientras enumera casi de carrerilla los niveles de pérdidas fruta por fruta: el 90% de albaricoques, el 70% de nectarinas o el 80% de ciruelas.
