Desayuno Informativo

El cáncer de la sangre: distintos tipos y muchas incógnitas

Esta patología engloba una serie de enfermedades hematológicas cuyo origen es aún desconocido para los investigadores

EL PERIÓDICO DE ARAGÓN organizó un desayuno informativo en el que reunió a profesionales  y pacientes para abordar esta enfermedad

EL PERIÓDICO DE ARAGÓN organizó un desayuno informativo en el que reunió a profesionales y pacientes para abordar esta enfermedad / Carlos Gil-Roig

Rebeca Magallón

Los cánceres de la sangre afectan a las células sanguíneas, a la médula ósea y a los ganglios linfáticos. Las células malignas evitan que la sangre lleve a cabo sus funciones normales, entre las cuales se encuentran: combatir infecciones o prevenir hemorragias graves, por lo que puede provocar otras afecciones. El cáncer de la sangre engloba tres tipos de enfermedades: leucemia, linfoma y mieloma, que a su vez, se dividen en multitud de subgrupos muy diferenciados.

Las enfermedades hematológicas son las terceras patologías con mayor número de casos detectados, tras el cáncer de mama y el de pulmón. En España se detectan al año alrededor de 3.000 casos de mieloma, unos 70 de ellos en Aragón; en el caso del linfoma, las cifras son más altas, hasta 12.000 casos al año se han diagnosticado en el país.

Los síntomas, tratamientos y la carga psicológica que pueden suponer para los pacientes, entre otros, son algunos de los aspectos que se abordaron en el desayuno informativo organizado por EL PERIÓDICO DE ARAGÓN el 24 de enero. Entre los participantes se encontraban: Mayte Olave, jefa de la sección de Hematología Clínica del Hospital Clínico Universitario de Zaragoza; Vicente Carrasco, hematólogo del Hospital Royo Villanova de Zaragoza y presidente de la Sociedad Aragonesa de Hematología y Hemoterapia; Teresa Pérez, presidenta de la Asociación de Pacientes de Enfermedades Hematológicas Raras de Aragón (Aspher); y Tránsito Salvador, jefa del servicio de Farmacia Hospitalaria del Hospital Clínico Universitario de Zaragoza. El coloquio estuvo moderado por la periodista especializada en sanidad, Ana Lahoz. 

Mayte Olave comenzó el foro ofreciendo una definición clara de esta enfermedad que afecta «a las células encargadas de la producción de sangre, ubicadas en la medula ósea del interior de gran cantidad de los huesos del cuerpo humano». Especificó, que, dentro del término «cáncer de la sangre», se engloban varias enfermedades «muy diferentes entre sí y con síntomas diversos». La leucemia afecta a los glóbulos blancos que se encargan de proteger al cuerpo de infecciones. En cuanto a sus síntomas, Olave destacó que son muy inespecíficos «como la fiebre o el cansancio». El linfoma, por su lado, se caracteriza por «un cansancio generalizado» debido a que afecta al sistema inmune, donde se desarrollan los glóbulos blancos de una forma «anómala», pudiendo provocar el aumento de tamaño de los ganglios linfáticos o afectando a otras partes del cuerpo como la piel. Por último, el mieloma es una afección ósea que provoca dolor en los huesos afectados, ataca a las células plasmáticas en la médula evitando la producción normal de anticuerpos y debilitando el sistema inmunológico del cuerpo.

Los protagonistas

El origen

Mayte Olave aseguró que «no se sabe a ciencia cierta por qué se desarrollan este tipo de enfermedades, no se conoce la razón por la que las células cancerígenas comienzan a multiplicarse, lo que sí se sabe es la parte en concreto de la célula en la que ocurre». Aclaró que, en ocasiones, «la mutación de los genes se debe simplemente al propio envejecimiento de los mismos, que llegan a un punto en el que pierden el control de su propia multiplicación». Sin embargo, destacó que este componente genético «no provoca que el cáncer de sangre sea hereditario», solo entorno el 1 y 5% de los pacientes se detecta una predisposición familiar. Vicente Carrasco coincidió con su compañera: «Hasta donde sabemos hoy en día, nada asegura que estas enfermedades se transmitan de padres a hijos, tampoco es congénito».

En cuanto a la detección, Mayte Olave recalcó que la gran diferencia entre las enfermedades «dificulta el diagnóstico porque tienen cuadros clínicos diversos». Carrasco añadió que, «en muchas ocasiones, se detectan enfermos asintomáticos gracias a simples analíticas rutinarias». En los análisis de sangre se descubre «cierta bajada de leucocitos o una morfología extraña, eso hace saltar las alarmas y ya se acude al especialista para llevar a cabo un análisis en profundidad». Destacó que, en ciertos casos, «si se detecta algo fuera de lo común el paciente entra en una fase de vigilancia, a la espera de ver si evoluciona de alguna manera y si necesita un tratamiento».

Todos los participantes en el debate coincidieron en la importancia de realizarse análisis de sangre con regularidad para evitar diagnósticos demasiado tardíos. Como Teresa Pérez resaltó, «hay pacientes que descubrieron que padecían esta enfermedad por un mal resultado en una analítica obligatoria realizada en el examen médico de su puesto de trabajo».

Los participantes aportaron sus diferentes puntos de vista desde las distintas áreas de la sanidad

Los participantes aportaron sus diferentes puntos de vista desde las distintas áreas de la sanidad / Carlos Gil-Roig

Una gran revolución

Los participantes del debate comentaron el gran avance que se ha vivido en el tratamiento de enfermedades hematológicas. Tránsito Salvador aclaró que «el tratamiento clásico era la quimioterapia, fármacos que provocan multitud de efectos secundarios puesto que no afectan solo a las células cancerígenas, sino al resto también». La llegada de nuevas técnicas y la innovación terapéutica de la mano de la inmunoterapia, o el empleo de terapias celulares como los CAR-T, «ha supuesto un giro muy importante en el tratamiento de este tipo de enfermedades».

Explicó que «hace unos años, la esperanza de vida de los pacientes con este tipo de patologías era más baja y gracias a la incorporación de las nuevas terapias se ha conseguido en algunas de ellas cronificarlas, además de mejorar la calidad de vida». Tránsito Salvador añadió que «en Aragón se ha aplicado esta terapia celular a 29 pacientes en los últimos tres años con resultados muy satisfactorios», reconoció que la «muestra de pacientes no es muy amplia, pero los resultados evidencian el increíble avance en los tratamientos» que, no solo se pueden emplear para este tipo de enfermedades, sino que la terapia de células T con CAR puede ser alternativa en otras enfermedades como enfermedades autoinmunes, o tumores sólidos aunque todavía queda mucho que investigar.

Vicente Carrasco enumeró las diferentes terapias para detener el cáncer, comenzando por la quimioterapia tradicional, los trasplantes y la inmunoterapia. Destacó que «no se sabe si la incorporación de estos fármacos acabará por desplazar los trasplantes, pero lo que sí ha desplazado ya es la quimioterapia en varios tipos de cánceres de la sangre», haciendo hincapié en la importancia de desvincular la quimio del tratamiento del cáncer, ya que «es algo que la población sigue haciendo, sin tener conocimiento de la cantidad de diferentes tratamientos que se pueden aplicar», como la terapia celular. El éxito de este tratamiento reside en que «se trata de una terapia dirigida al mismo origen de la enfermedad, como no ocurre con la quimioterapia, que afecta al resto de células. Con la terapia dirigida se ataca específicamente a la fuente del cáncer y con la inmunoterapia se utilizan mecanismos inmunológicos para eliminar células cancerosas». 

Mayte Olave estuvo de acuerdo con Vicente Carrasco, «cada subtipo de enfermedad es muy distinto y requiere unos tratamientos diferentes, por ello, la clave está en estudiar el origen biológico de las células», descubrir «qué les pasa». Una vez conocedores de la fuente del problema «se pueden desarrollar fármacos que, por distintas vías, accedan a las células malignas y puedan revertir la enfermedad a base de tratamientos continuos o inmunoterapia».

Los participantes comentaron en concreto el éxito de la terapia de células T con receptores quiméricos de antígenos (CAR-T). Este tratamiento es una manera de hacer que las células inmunitarias llamadas células T (un tipo de glóbulos blancos) luchen contra el cáncer al modificarlas en el laboratorio para que puedan encontrar y destruir a las células cancerosas.

En el proceso, las células T se obtienen de la sangre del paciente y se modifican en el laboratorio al añadirles un gen con un receptor, llamado receptor quimérico de antígenos o CAR, el cual ayuda a las células T a adherirse a un antígeno en específico de las células cancerosas. Luego, las células CAR-T son reinfundidas al paciente origen.

La aplicación de esta gran innovación terapéutica fue autorizada en España en 2017, pero Aragón «es una de las cinco comunidades autónomas en las que no se realiza», destacó Mayte Olave, por lo que los pacientes se ven obligados a desplazarse a otras regiones, como Cataluña. Por ello, añadió que actualmente se está trabajando, junto con el Salud y la Consejería, para que estas terapias estén próximamente a disposición de los aragoneses sin necesidad de salir fuera de la comunidad, ya que ello «supone todo un trastorno para ellos y para las familias».

Como los diferentes profesionales desarrollaron, la calidad de vida de los pacientes de cáncer de la sangre «ha mejorado en los últimos años gracias a los nuevos tratamientos». Teresa Pérez fue diagnosticada en 1997 con síndrome mielodisplásico, un tipo de cáncer de la sangre en el que las células productoras de sangre en la médula ósea se convierten en células anormales y provoca que bajen los recuentos de uno o más de los tipos de células en la sangre. Pérez subrayó que sufrió una recaída y fue testigo de esa innovación porque «en la segunda vez el tratamiento ya era diferente, ya no era quimioterapia».

Video resumen del desayuno de Janssen sobre el cáncer de sangre.

Una vuelta de 360º

Como paciente, Teresa Pérez conoce muy bien las diferentes fases por las que pasan las personas que sufren este tipo de enfermedades y «el vuelco que dan sus vidas». Recalcó que en el momento del diagnóstico, «se te cae el mundo entero», es un golpe «tremendo» que afecta tanto emocional como físicamente. Describió el momento en el que recibió la noticia y aseguró que, para la mayoría de los pacientes, el inicio de este camino «es muy duro, porque al principio ni te lo crees, o simplemente no asocias lo que te están diciendo con el cáncer». Confirmó que los pacientes se encuentran desorientados, reciben mucha información en poco tiempo», además les asaltan muchas dudas y «se piensa mucho en la familia y en cómo van a reaccionar».

Por otro lado, el momento de comenzar el tratamiento «también es muy complicado, debido a las incertidumbres que afrontan». Es en estos momentos, destacó, cuando más apoyo se necesita «tanto del sistema, como de las personas que te rodean, como de los profesionales sanitarios».

Los participantes estuvieron de acuerdo en la necesidad de trabajar con psicólogos durante el proceso de aplicación de los tratamientos, tanto para acompañar al paciente y su familia, como para los profesionales sanitarios, ya que, como resaltó Teresa, «a los pacientes les cuesta escuchar malas noticias, pero a los doctores les cuesta darlas también». Comentaron, además, el trastorno que supone, tanto para paciente como para la familia, tener que desplazarse a otra comunidad autónoma para recibir el tratamiento. Teresa constató que el coste es «muy alto». Aun con las escasas ayudas que ofrece el Gobierno de Aragón, 19 céntimos por kilometro y unos 300 euros aproximados para el alojamiento, el paciente debe hacer frente a una gran cantidad de gastos que, en muchas ocasiones, «no se puede permitir». El coste también es laboral, los expertos desarrollaron que muchos pacientes se ven en la obligación de renunciar a sus trabajos para poder asistir a las sesiones de tratamiento, en otros casos, son las propias empresas las que los llegan a despedir. Por ello, recalcaron la necesidad de regular la situación de los pacientes y ofrecerles un amparo y una seguridad laboral con la que a día de hoy, no cuentan.

Los nuevos fármacos han mejorado la calidad de vida de los pacientes

Los nuevos fármacos han mejorado la calidad de vida de los pacientes / Carlos Gil-Roig

Un gran apoyo

Desde la Asociación de Pacientes de Enfermedades Hematológicas Raras de Aragón (Aspher), Teresa Pérez comentó la existencia del «espacio entre iguales», unas reuniones donde nuevos pacientes conocen la experiencia de otras personas «que ya han pasando por lo mismo que ellos», es el «mejor mensaje de esperanza» que pueden recibir, subrayó su presidenta.

En la asociación fomentan, desarrollan y promueven la mejora de la calidad de vida y el bienestar de los pacientes y de las personas afectadas por enfermedades hematológicas raras. Los debatientes llegaron a la conclusión de que «se necesita profesionalizar las asociaciones porque brindan un apoyo al paciente que el sistema sanitario no ofrece». Como afectada, Teresa Pérez afirmó que a lo largo de su enfermedad «sintió el apoyo de todos los sanitarios que le atendieron, pero no del sistema», algo que, como subrayó, «hay que cambiar».

Los participantes del desayuno insistieron en la necesidad de trabajar de manera coordinada desde distintas áreas.

Los participantes del desayuno insistieron en la necesidad de trabajar de manera coordinada desde distintas áreas. / CARLOS GIL-ROIG

Investigación

La medicina es una ciencia en constante evolución, y en constante estudio. Como puntualizó Mayte Olave, «si eres un profesional de la sanidad, nunca terminas de estudiar». El descubrimiento de nuevos tratamientos, nuevos fármacos y nuevas técnicas ha sido posible gracias a una extensa investigación realizada por equipos multidisciplinares. La inversión financiera para llegar a ello es «más que necesaria», aseguraron los componentes del coloquio. Vicente Carrasco destacó que «el marco ideal para ello es una colaboración público-privada que cubra todas las necesidades de una investigación», recalcando también la gran importancia de una «formación completa y de calidad».

A pesar del gran avance en los últimos años, el grupo coincidió en que «una cura para el cáncer de sangre a corto plazo no es posible, pero sí que se pueden mejorar todavía más los tratamientos terapéuticos de los pacientes».

Vicente Carrasco explicó que el concepto tradicional de curación «consiste en la eliminación total de la enfermedad, que no quede ningún residuo y no sea necesario un tratamiento sin riesgo de recaída, lo que se conoce como enfermedad mínima residual». Mayte Olave constató, por otro lado que “más que una cura, el próximo objetivo a conseguir es llegar a cronificar la enfermedad, que deje de ser mortal». 

Finalizando el desayuno informativo, los participantes destacaron la figura de «todos los profesionales de la sanidad que trabajan conjuntamente por el bienestar de todos los pacientes», los doctores siempre se encuentran acompañados de farmacéuticos, enfermeros y técnicos, entre otros, indispensables para la innovación en medicina.