Zaragozeando: Un intercambio constante

El mercado de la plaza San Francisco, con más de 30 años de antigüedad, es una referencia para los coleccionistas de cromos y de otros objetos

La polémica está servida porque además de los vendedores que pagan puntualmente sus cuotas, hay vendedores ilegales de cromos que acuden a pescar entre los corrillos de niños, vendiendo más barato que en el mercadillo

Un cliente compra en uno de los puestos de la plaza San Francisco.

Un cliente compra en uno de los puestos de la plaza San Francisco. / MIGUEL ANGEL GRACIA

Iván Trigo

Iván Trigo

En los porches de la plaza San Francisco, en Zaragoza, los domingos son un ir y venir de gente. Un hormigueo constante que llena los soportales del edificio que alberga el colegio de los Dominicos. Allí se reúnen decenas de niños y chavales con sus padres y sus abuelos con un objetivo en la mente: conseguir ese cromo que les falta y que tanto tiempo llevan buscando.

«Llevamos un año o así viniendo, ¿verdad?», dice Óscar mirando a su hijo, de 8 años. «Su abuelo le compró unos cromos cuando nunca había tenido y no les hizo ni caso. Pero empezamos en casa a limitar el uso de pantallas y videojuegos y un día le expliqué que yo jugaba de pequeño con los cromos y que los coleccionaba y decidió llevárselos al colegio. Y allí ya descubrió que otros amigos también tenían y que los coleccionaba y se aficionó», explica este hombre.

«La verdad que desde entonces le gustan y a mí también. Compartimos la afición. Así que como yo sabía que aquí se vendían decidimos venir a probar. Y desde entonces venimos una vez al mes o así», cuenta el padre mientras su hijo le mete prisa para ir a mirar los álbumes que exponen los vendedores.

Uno de los vendedores, con un cromo de Messi valorado en cientos de euros.

Uno de los vendedores, con un cromo de Messi valorado en cientos de euros. / EL PERIÓDICO

Este mercadillo tiene más de 30 años de antigüedad y en sus puestos no se venden solo cromos. Hay todo tipos de objetos coleccionables: desde monedas hasta geodas y piedras preciosas pasando por juguetes, discos, figuritas personalizadas de Lego y Playmobil, insignias militares y hasta balas encontradas en campos de batalla.

Este mercadillo tiene más de 30 años de antigüedad y en sus puestos no se venden solo cromos. Hay todo tipos de objetos coleccionables: desde monedas y piedras preciosas pasando por juguetes, discos o figuritas personalizadas de Lego y Playmobil.

Pero los puestos que venden cromos son los que más atención captan por parte de los visitantes. Juan lleva 14 años y cuenta que coleccionar este tipo de cartas es una moda «en auge». «El coleccionismo nunca morirá», asegura el hombre. Y a tenor de lo pequeños que son los niños que observan su puesto, que apenas alcanzan para ver por encima de la mesa, razón tiene.

El funcionamiento de este centro neurálgico del cromo en Zaragoza es sencillo. Los jóvenes (y los no tan jóvenes) llegan y se juntan en los alrededores de la plaza San Francisco. Primero intercambian aquellos cromos que no tienen. Y cuando han agotado todas sus posibilidades, se acercan a los puestos para comprar, ya pagando, los que les faltan.

Decenas de niños se agrupan para intercambiar sus cromos.

Decenas de niños se agrupan para intercambiar sus cromos. / EL PERIÓDICO

Pero en este mercado y corrillos de intercambio no todo es inocencia y ocio sano. La polémica también está presente en la plaza San Francisco los domingos por la mañana porque, además de los vendedores que pagan puntualmente sus cuotas, también hay vendedores ilegales de cromos que acuden a pescar entre los corrillos de niños, vendiendo más barato que en el propio mercadillo. «Llevamos mucho tiempo quejándonos, pero la Policía no nos hace ni caso. Nosotros pagamos religiosamente las cuotas y ellos no pagan nada y encima venden más barato. Vienen aquí las madres y se encima nos dicen que lo que aquí cuesta uno allí cuesta diez céntimos. Pero claro, es que no podemos competir», se queja uno de los vendedores, Carlos, que lleva 13 años en el mercado.

Los cromos más coleccionados son los de fútbol y los de Pokémon. Miguel, tiene sobre su mesa los de los dos últimos años. «Pero si quieres uno más antiguo puedes pedirlo y lo traigo a la semana siguiente», explica. Los precios dependen de lo cotizado de cada ficha. Él atesora dos cromos de Messi, de 2004 y 2005, que cuestan 250 y 500 euros cada uno. «Pero hay algunos que pueden llegar a valer 3.000», advierte.