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La revuelta del campo protagoniza el "habitual" comienzo de FIMA

Los chalecos amarillos invaden la feria, que emprende su andadura situada en la normalidad

Azcón se pone junto al campo y exige la conferencia de presidentes, pero sin aclarar ayudas propias

La Feria Internacional de Maquinaria Agrícola (FIMA) celebra esta semana sus 60 años y su edición número 43. La noticia, en contra de los intereses de la organización, no estuvo en el elevado número de expositores y novedades –aunque sin las grandes firmas del sector– sino en las protestas del sector agrícola que volvieron a notarse en una de las citas con más renombre para el mundillo del campo. La presencia de políticos, organizaciones agrarias y agricultores «espontáneos» conformaron una mezcla no letal, pero sí de alerta para propios y extraños.

Pacíficas pero ruidosas. Así fueron las protestas en las inmediaciones y en el interior de la Feria de Muestras de Zaragoza. A pesar de que los sindicatos agrarios desconvocaron las tractoradas previstas para la inauguración, la FIMA es un escaparate muy goloso como para no hacer oír sus reivindicaciones. Desde muy temprano, un centenar de manifestantes fácilmente reconocibles por sus chalecos amarillos trataron de interrumpir el tráfico (con periódicos cortes negociados con la Guardia Civil) y las retenciones fueron notorias en el acceso al reciento ferial, aunque, una vez llegada la comitiva institucional, las acciones se trasladaron al interior.

El presidente Jorge Azcón interrumpió su llegada al paseo por el recinto para saludar a una decena de agricultores «espontáneos» que mantuvieron la movilización en el interior de FIMA. El líder del Ejecutivo autonómico exhibió la mayor dotación presupuestaria y la línea de créditos blandos contra la sequía como postura favorable al campo, aunque no aclaró otros asuntos, como la burocracia excesiva o la posibilidad de ayudas directas. El buen tono entre manifestantes y presidente se cerró con un aplauso para Azcón, poco antes de que los agricultores aclararan que carecían de signo político. 

El presidente de Aragón recuperó de su hemeroteca particular dos asuntos para apoyar al campo de la comunidad. Azcón insistió en la celebración de una conferencia de presidntes autonómicos «para que Pedro Sánchez escuche las justas reivindicaciones» del sector agrario. El líder del Ejecutivo autonómico aseguró que los agricultores «tienen razones» para mantener sus movilizaciones y aseveró que los presidentes deben reunirse «para buscar soluciones urgentes». 

Además, Azcón sacó pecho de lo hecho por su Administración hasta la fecha, haciendo hincapié en el incremento presupuestario, pasando de 40 a 57 millones deeuros, lo que demuestra que «nunca en la historia reciente ha habido un Ejecutivo que apostara tanto por el sector del campo». El presidente también destacó que el 60% de los créditos ICO para el campo llegarán a la comunidad.

Por su parte, la secretaria de Estado de Agricultura, Begoña García, anunció que mañana el ministro del ramo, Luis Planas, mantendrá una reunión con las principales organizaciones agrarias del país para abordar la crisis del sector primario. García se refirió en FIMA también a las claúsulas espejo, recordando que Planas fue «el primer ministro de la UE» en abordar el tema, aunque destacó que España es un país exportar, que «no puede estar en contra de los acuerdos comerciales». 

Mientras el propio Azcón, el vicepresidente primero Alejandro Nolasco, el consejero de Agricultura Ángel Samper –del que el PSOE volvió a pedir el cese o dimisión– y la alcaldesa de Zaragoza Natalia Chueca hacían las protocolarias visitas por los diferentes puestos, el ambiente fue caldeándose hasta que un grupo de las juventudes de UAGA entró en acción, cargando especialmente contra el consejero de agricultura. Con carteles de «Se vende o se traspasa río Ebro» y de «Se vende soberanía alimentaria», octavillas con sus reclamaciones y cartulinas con la cara de Samper y el mensaje de «Se busca consejero desaparecido», los protestantes comenzaron a hacerse oír con gritos de «Nos habéis traicionado», «Azcón, cámbianos al tractorista» o «Habláis de la España vaciada y nos vais a echar». Estas afirmaciones levantaron los aplausos de los presentes aunque no obtuvieron respuesta de los políticos, que disfrutaban entonces de un refrigerio en el puesto que el Gobierno de Aragón vuelve a tener en la feria.

«Hay muchas sanguijuelas que comen del plan de la libertas y beben de la sangre de los que nos vamos a morir», proclamó Roberto Cajo, integrante de las juventudes de UAGA. «Las movilizaciones son justas, pero ese movimiento aquí tiene que ir en forma de construcción y no de destrucción», explicó el secretario general de UAGA, José María Alcubierre, que tuvo oportunidad de intercambiar unas palabras con Azcón, pero no así con Samper, que pasó de largo de su stand y sí que se paró en el de Asaja, organización de la que fue secretario general hasta hace unos meses.

La primera jornada de FIMA bajó su intensidad hacia el mediodía, con la marcha de los representantes institucionales. Por delante, otros tres días para mostrar el músculo de los productores de la maquinaria, repensar el futuro de la propia feria y evitar que el charco de las protestas salpique mucho al evento.