8M ZARAGOZA

La marea feminista inunda Zaragoza: "Es increíble que en 2024 haya que pedir igualdad"

El morado invade las calles de la capital aragonesa en un día repleto de reclamaciones

Alrededor de 6.000 personas alzan su voz para pedir de una vez por todas la equiparación de derechos entre hombres y mujeres

Así ha sido la multitudinaria manifestación feminista del 8M en Zaragoza

Miguel Ángel Gracia

Arturo Pola

Arturo Pola

Dicen que la lucha nace cuando la desesperación se impone, pero las miles de mujeres que han salido a la calle han demostrado que los movimientos reivindicativos surgen, y se mantienen vivos, cuando hay esperanza. Ese deseo y ese anhelo por cambiar las cosas y por reclamar un mundo más justo y más igualitario ha inundado Zaragoza, Huesca, Teruel y otros muchos rincones de Aragón en una jornada en la que, como viene siendo tradicional, el color morado ha invadido la comunidad en una fecha, el 8M, en la que se reflejan los anhelos por los que pelea el feminismo día tras día.

Fueron las más jóvenes, las estudiantes, las que ya por la mañana se dejaron oír con fuerza en una marcha que comenzó en la plaza San Francisco. Las voces universitarias eran la mayoría en una lucha por «la igualdad de derechos, el fin del patriarcado y una mayor representación femenina en los libros de texto», una reclamación, esta última, que cada vez se escucha más para equiparar el peso de unas mujeres borradas injustamente de la Historia. Las voces reivindicativas no reblaron a pesar de la lluvia que les acompañó a las estudiantes durante su camino. «Si no estudiamos a mujeres, si no tenemos ejemplos, no podemos pensar que nosotras también podemos», aseguraron algunas de las presentes. Con muchas caras pintadas y con la sensación de que «todavía queda mucho por conseguir» fueron desfilando cientos de mujeres convencidas de que «el feminismo es una lucha interseccional. Estamos unidas contra varios frentes».

Por la mañana

No fue la manifestación estudiantil más que un preludio de lo que estaba por venir por la tarde, aunque, a decir verdad, la atmósfera reivindicativa se pudo sentir durante toda la jornada y, en cualquier rincón de la ciudad, el morado era el color que predominaba. Fue a las 18.30 horas cuando el ambiente volvió a caldearse. La concentración en la glorieta Sasera de Zaragoza tuvo una buena acogida y allí se leyó el primer manifiesto del día en el que, como no podía ser de otra manera, la igualdad de género centró un relato que hizo hincapié en las distinciones laborales entre hombres y mujeres, cobrando ellas, aun en la actualidad, un 23% menos que sus compañeros desempeñando las mismas funciones en el trabajo.

Fue en la plaza Aragón donde todos los manifestantes, alrededor de 6.000 según la Policía Nacional se unieron y, con algo de retraso respecto a la hora prevista, la marea feminista comenzó una marcha con punto final en la plaza del Pilar, pero sabiendo que lo importante era el camino. Bajo el lema  Por nuestros derechos, seguimos aquí, elegido por la Coordinadora de Organizaciones Feministas, miles de personas unieron fuerzas a pesar de sus diferencias. Jóvenes, mayores, carritos de bebé y hasta sillas de ruedas avanzaron lentamente por el paseo Independencia. «No nos mires, únete», «La lucha será feminista o no será», «Ni una menos», y el ya clásico y muy repetido «Sola y borracha quiero llegar a casa» fueron algunos de los cánticos más escuchados y que se coordinaban con el sonido de las batucadas que pusieron su percusión al servicio de la causa, en una procesión en la que estuvo muy presente el pueblo palestino y el genocidio en Gaza.

Criando feministas

Desde dentro de la marcha, Cristina, de 36 años, llevó con ella a su bebé, Noa, a la manifestación con una pancarta que decía «Criando feministas». «Ha nacido en un mundo más igualitario que en el que nací yo, pero quiero que mame esto desde la cuna para que cuando sea mayor esta manifestación no sea necesaria», dijo, antes de puntualizar: «Y si lo es, pues que siga saliendo a la calle. Y espero que me deje ir con ella».

Abundó la presencia de chicas jóvenes, como en el caso de Rebeca, de 20 años. «He hecho doblete, también he ido esta mañana a la de la universidad. Si hubiera una por la noche también iría», relató. Su discurso refleja la realidad del porqué son necesarias las reivindicaciones feministas: «Por suerte nunca he tenido un problema, pero en mi grupo de amigas he visto de todo. No queremos vivir con miedo. Es increíble que haya que pedir igualdad en 2024, pero aquí estamos».

La del ocho de marzo es una manifestación en la que cada vez tienen mayor presencia los hombres y así se pudo ver reflejado en las calles de la capital aragonesa. Juanjo, de la mano de su mujer Mónica, se mostró encantando y disfrutando de su primer 8M «desde dentro». «Realmente no sé por qué no he venido antes, igual los prejuicios. No entendería el mundo sin mujeres y para que ellas vivan sus vidas siendo libres necesitan nuestro apoyo», relató el zaragozano.

La marabunta continuó su camino y la caída del sol, junto a las farolas de la calle Alfonso fue el mejor momento para volver a comprobar la originalidad de las pancartas feministas. «A mí también me gustan las chicas y no las acoso», «No somos histéricas, somos históricas» o «No hay libre elección en la prostitución», fueron algunos de los carteles más fotografiados mientras la manifestación alcanzaba la plaza del Pilar,. Allí se leyó un aplaudido discurso en el que se repasó un año en el que se han dado pasos tan importantes como la aprobación de la ley trans o la ratificación del convenio que mejora las condiciones de las trabajadoras del hogar y de las de cuidados, así como se recordaron los problemas que están todavía por tumbar como la violencia de género, los asesinatos machistas o la brecha salarial.

En lucha

«¿Quiénes nos resguardamos y cogemos fuerzas para transformar la realidad bajo este paraguas? Somos muchas y muy diversas. Somos hijas y nietas de aquellas mujeres que no cotizaron a la seguridad social. Somos las pensionistas, las madres que no pueden conciliar trabajo y crianza, las mujeres rurales, las desplazadas. Somos las trabajadoras del hogar y los cuidados y las que han sido encerradas, las renegadas, las difamadas y las ridiculizadas», decía el manifiesto. Y es que todas ellas, y muchas más, juntaron sus voces al unísono para recordar lo ya conseguido y reclamar lo que todavía falta por lograr. Porque el feminismo gritó que «seguirá luchando sin reblar hasta que amaine».