En primera persona

Inés Carmona lleva más de un mes sin fumar: «El cigarro que más echo de menos es el del desayuno»

La zaragozana le prometió a su hijo que dejaría el tabaco y lo está cumpliendo

Inés Carmona, en la ribera del Ebro.

Inés Carmona, en la ribera del Ebro.

Eva García

Eva García

El día 19 de marzo hizo un mes que Inés Carmona, de 47 años, se fumó el último cigarrillo. Lo decidió como propósito de año nuevo, pero sobre todo porque se lo había pedido su hijo pequeño y ella le prometió que lo haría o por lo menos lo intentaría. El pequeño llevaba tiempo reclamándoselo.

De momento lo está consiguiendo. Además, ha pasado por dos tumores y una metástasis, «la última muy grave», explica, y aunque «no podemos evitar que vuelva», sí que quiere intentar «cuidarme un poco mejor», reconoce. La enfermedad «no tenía nada que ver con el tabaco», asevera, aunque también tiene claro que fumar «no mejoraba la situación». Así que un aliciente más para abandonar su adicción.

Ella empezó sola, sin medicación ni ayuda por parte de nadie. El primer paso fue el de reducir el consumo diario porque «estaba en un paquete y medio largo», asegura, para añadir a continuación: «sabía que de golpe no iba a poder». Ahora, un mes y pico después asegura estar bien, aunque todavía siente «un poco de ansia y monillo», pero reconoce haberlo llevado «bastante mejor» que otra vez que también lo intentó dejar. «Lo llevé fatal y no lo conseguí», afirma.

Carmona insiste en que ha sido duro porque lo ha hecho «sin pastillas». Todo a base de «fuerza de voluntad y de la motivación por parte de las psicólogas zaragozanas de la Asociación contra el Cáncer» y de saber que ha cumplido la promesa que le hizo a su hijo pequeño. «Está orgulloso de mí y me anima mucho a seguir», relata.

Sin embargo sigue teniendo algún momento malo. «El peor, el del café, tras el desayuno», que no lo lleva tan bien como el de la comida y la merienda. A su alrededor también fuma cada vez menos gente, lo que ayuda, aunque ella no se define como «fumadora social, ya que lo hacía tanto cuando estaba con gente como sola».

También ha valorado la parte económica porque «llevo varios meses de baja y la situación económica no es muy allá», y, además, «el precio está para pensárselo». En el día a día se nota menos pero «echas cuentas al mes y es bastante dinero».

A Inés le han ayudado mucho las charlas organizadas por la asociación contra el cáncer, que celebraba en el hospital Clínico con dos psicólogas y una enfermera. «Son sobre todo motivacionales, sirven para darte herramientas y ayudarte en la reducción» del consumo de cigarrillos, explica. Además, existe una aplicación que «te va controlando» y a la vez te motiva a seguir cuando se ven los primeros resultados. También sirven de apoyo «las experiencias de otras personas», reconoce. En su caso, en las charlas empezaron seis y solo terminaron 2, el resto se quedó en el camino. «Es una cuestión personal, de querer y de que sea tu momento», concluye Inés, que sigue venciendo en su batalla diaria.

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