SEMANA SANTA DE ZARAGOZA

Domingo de Resucitado, de jotas, claveles blancos y rostros descubiertos

Las jotas pusieron el toque de alegría y celebración a los pies de una basílica rodeada de zaragozanos y visitantes

Un incienso extradulce se coló por las calles adyacentes a la plaza del Pilar de Zaragoza en una mañana de sol brillante. La cofradía de El Resucitado anunciaba así y a golpe de tambor y bombo la gran noticia para los cristianos. Las jotas pusieron el toque de alegría y celebración a los pies de una basílica rodeada de zaragozanos y visitantes. 

Poco antes de que las campanas y el Bendita y alabada de los infanticos sonaran en la plaza de las dos catedrales, el Cristo Resucitado de Jorge Albareda Agüeras en 1978 salió de la basílica para el Encuentro glorioso con María de la Esperanza y del Consuelo. Tras este emotivo momento, se escuchó en la plaza el rezo del Ángelus Pascual: “¡Reina del Cielo alégrate!…”.

Un encuentro emotivo especialmente para los hermanos que reconocen tener "nudo en la garganta" que les impediría proclamar lo que están sintiendo. De ahí que siempre se invite a alguien para anunciar la Resurrección y este año recayó en Justina Marín, la anterior hermana mayor de la cofradía de El Silencio. 

Tras el encuentro la Virgen y el Cristo recorrieron las calles del centro hasta el colegio de los agustinos, donde radica esta hermandad con un estilo particular por la impronta que el escultor quiso dar a las imágenes fuera del barroco tradicional.

No siguió el modelo tradicional sino que creó una representación totalmente nueva. Según sus propias palabras, quiso plasmar el mismo instante de la Resurrección, cuando el Señor, tras volver a la vida, emerge del sepulcro mientras van cayendo al suelo los lienzos con los que había sido embalsamado. Por ello, trabajó las telas dando la sensación de estar muy pegadas al cuerpo como si estuvieran adheridas por los ungüentos y bálsamos y se fueran desprendiendo.