El Periódico de Aragón

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SUCESOS EN ARAGÓN

El asesino de San José y los otros fugitivos capturados en Aragón

Adil Lazizi, autor del asesinato de San José, se suma a una larga lista de criminales que han permanecido ocultos y que al final han acabado en el lugar en el que se les reclamaba: la cárcel

Errol Victor Michel Janssen huyó de Holanda y fue detenido en Cetina. EP

Adil Lazizi puso fin a dos años y medio de fuga de la peor forma posible al asesinar, el pasado lunes, a la joven Cristina en el zaragozano barrio de San José. Desde el 6 de enero de 2020 permanecía oculto en la casa de su novia, una mujer que conoció en un taller de costura de la cárcel en 2014 en la que este marroquí de 46 años cumplía 21 años de prisión por matar, también a puñaladas, a una joven en Madrid. Su nombre pasa a engrosar una larga lista de reos que han intentado sortear la acción policial, pero que al final han acabado entre rejas.

Las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado se afanan en dar con estos delincuentes, si bien no es una tarea fácil puesto que muchos cambian de imagen y otros incluso no salen ni de casa. Pese a las diferentes tretas empleadas, la colaboración ciudadana es en muchas ocasiones fundamental.

El ejemplo más cercano en el tiempo fue en la detención del español Roberto Malo González, de 37 años, condenado por corrupción de menores. Fue en noviembre de 2021. La Policía Nacional sospechaba que podría estar viviendo en casa de sus padres en la calle Julián Sanz Ibáñez, observando que, casi a diario, trabajadores de distintas plataformas de reparto de comida a domicilio frecuentaban la vivienda. Se compincharon con un rider de Glovo y cuando fue a entregarle la comida, un agente le reconoció y le detuvo.

Roberto Malo González, corruptor de menores. EP

Otro de los fugados con nombre propio es Benito Ortíz Perea. El histórico atracador español de bancos de 61 años que en 2018 consiguió algo inimaginable: saltar la valla de la cárcel zaragozana de Zuera cuando regresaba en una ambulancia procedente del hospital. 35 días estuvo disfrutando de la libertad y poniéndoselo muy complicado a la Guardia Civil, que activó un dispositivo nunca antes visto de patrullas que peinaron los alrededores de la cárcel en su busca. La primera pista la tuvo la Policía Nacional pocos días antes de su detención, cuando le vieron tomando el vermut en el bar Begoñica en la zona de las terrazas de Cuéllar. Se había teñido el pelo, la ropa la llevaba limpia pero las manos sucias y algo hizo sospechar a la camarera, que llamó al 091. Cuando llegaron los agentes ya se había esfumado, pero la mujer le reconoció. Detalle muy importante, Benito Ortíz Perea estaba en Zaragoza.

Días después era detenido en la estación de Delicias. Los agentes sospecharon y al verle bajar la cabeza ante sus miradas le dieron el alto. La documentación que llevaba encima era falsa, pero una comprobación dactilar escribió el capítulo final de una fuga de película.

Benito Ortíz Perea protagonizó una fuga de la cárcel de película. EP

En otras ocasiones es cuestión de suerte. Fue el caso de Errol Victor Michel Janssen, de 52 años, un peligroso criminal holandés vinculado a la banda motera Ángeles del Infierno, al que la Interpol buscaba por un asesinato. Acabó siendo interceptado de forma fortuita en un control establecido en la A-2 por la Guardia Civil de Tráfico, a su paso por la localidad zaragozana de Cetina. La Policía holandesa había llegado a ofrecer 10.000 euros de recompensa por cualquier dato sobre su paradero.

La impunidad es un sentimiento en el que todos ellos coinciden. El mayor exponente fue Walter Jerome Carvajal, un hombre que permaneció 9 años en busca y captura y que incluso llegó a mandar postales al juez desde el Caribe. Al final fue detenido y sentado en el banquillo por asesinar a un hombre con el que había contraído una deuda en el núcleo de Aler (Graus), en 2003. Fue condenado en 2006, pero el Supremo lo echó atrás y mandó repetir el juicio. Había superado los 4 años de prisión preventiva y el Tribunal Superior de Justicia de Aragón acordó que podía salir en libertad. Y así la disfrutó hasta 2016 cuando fue capturado. La condena que ahora cumple es la de 18 años de cárcel.

Es el lugar en el que acaban por muchas medidas de seguridad que tomen. Alfredo Tobeb Ruiz, alias el Kiko, un conocido narcotraficante español de la pasada década, era detenido siete años después de fugarse. Estaba en Botorrita. Este hombre había podido eludir la acción policial con frecuentes cambios de residencia, de aspecto físico y con documentación falsa.

Una lista de fugitivos a las que se suman otros nombres como el serbio Igor el Ruso, autor del triple crimen de Andorra y que huía de las autoridades italianas por otros crímenes o el Rambo de Requena, que lo emuló en la misma zona turolense cuando era perseguido por su actividad delincuencial en Valencia. 

Una imagen de Igor el ruso durante el juicio.

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