Andaba la basca heavy expectante por la presencia el jueves en la sala Oasis de una de las grandes figuras del género, Ronnie James Dio; y ante semejante argumento estaba claro que la sala se iba a quedar pequeña. No todos los días viene a la ciudad un artista que es historia viva del hard rock y los metaleros de la ciudad tenían ganas de pegarse un hartón de escuchar temas clásicos del género. Y, sobre todo, comprobar si las condiciones vocales que han puesto al viejo Dio en un pedestal seguían estando intactas. Así las cosas, en el Oasis no cabía un alma y se respiraban --casi es un decir-- aires de acontecimiento.

Las quintas más jóvenes del heavy zaragozano se mezclaban con veteranos seguidores (había un buen puñado de gente entre los 35 y los 45 años), lo que dice mucho del tirón del artista y su influencia en distintas generaciones de amantes del rock más duro. Y, el caso, es que Ronnie James Dio, el duende del rock , pronto dejó claro que iba a satisfacer a todos.

Tras arrancar con dos temas de su último disco, Killing of Dragon , atacó una pieza emblemática de Rainbown, Stargater y la gente lo tuvo claro: "Nos vamos a divertir". Después de Stand up and shout llegó el sólo de batería y desde entonces todo se aceleró, como si Dio hubiese cogido fuerzas. Mezclando temas de su primera época en solitario con algunos de sus álbumes más recientes se llegó a uno de los momentos más intensos de la noche, un medley en el que Ronnie recordó su etapa de Rainbow con Man on the silver mountain y Long live rock and roll , con el obligado solo de guitarra para unir ambos temas. En ese momento, el Oasis hervía literalmente, y las camisetas negras habían dado paso a torsos descubiertos y sudorosos jaleando esta última pieza, todo un slogan en el mundo del rock.

La recta final fue apoteósica, con una impresionante recreación de Heaven and hell de su etapa de Black Sabbath, y, entre otras, Rock and roll children , Holy diver , The last in line , y, como colofón, el magnífico Rainbow in the dark y la rompedora We rock .

Al final, las caras del público y sus comentarios dejaban patente de que se había asistido a "un concierto estupendo"; que Dio mantiene "una voz en plenas facultades" --sobre todo porque sabe elegir el repertorio para calentar al público y la garganta al mismo tiempo--, que, a pesar de su edad, derrocha energía como un chaval y que es capaz de hechizar a todos. ¡Vaya bicho, este duende!