MÚSICA

Crítica de Javier Losilla: Atrapados en la jungla de Manel

La banda catalana ofreció un concierto el pasado sábado en la sala Oasis de Zaragoza

La banda catalana Manel, en una imagen de archivo, que ofreció el sábado un concierto en Zaragoza.

La banda catalana Manel, en una imagen de archivo, que ofreció el sábado un concierto en Zaragoza. / FERRAN SENDRA

Javier Losilla

Javier Losilla

"No n’hi a prou, no n’hi a prou, no n’hia prou" ("No es suficiente, no es suficiente, no es suficiente") gritaban al unísono los alegres pillastres que el sábado acudieron a la sala Oasis para celebrar esa celebración colectiva, ese ritual de apareamiento musical que es un concierto de Manel. Gritaban los pillastres porque la banda, tras cerrar con una vibrante 'Teresa Rampel' el repertorio previsto, querían más canciones, más fiesta, más madera.

¿Y por qué, se preguntarán ustedes los mentados pillastres pedían los bises en catalán de las cataluñas? Pues muy sencillo: Manel (Guillem Gisbert, Roger Padilla, Arnau Vallvé y Martí Maymó) es un grupo de Barcelona, canta en catalán y, parece que el sábado en Oasis el público era mayoritariamente catalanohablante. Lo que no significa, como se ha demostrado en otras actuaciones de Manel en la capital del Ebro y en otras latitudes del viejo Aragón, que no coreasen sus estribillos quienes tienen el español de las españas como primera lengua. Y es que, señoras y señores, senyores i senyors, el fenómeno Manel trasciende fronteras, idiomas, edades y otros parámetros que diría un sociólogo de la 'ancien école'.

Nieto moderno de aquellos locos inmaculados

Manel, nieto moderno de aquellos locos inmaculados que fueron Jaume Sisa y Pau Riba, factura unas canciones que para sí quisiera esa caterva de grupos denominados 'indies' que pueblan festivales, festivalillos y festivaletes. Me reafirmo en que sus textos narran lo cotidiano a través de lo que podríamos llamar poesía de la loca experiencia gozosa, no exenta de ironía y humor, y de que sus músicas participan de una Babel sonora en la que se reformula el folclore, se trabaja el funk a la manera de David Byrne, la verbena pasada por los cables de la electrónica, las cadencias africanas, el trap, el reguetón y cuantas especias se les ocurran; todo, con arreglos notables y sin perder el sello distintivo de la formación. Lo que debería demostrar a quienes prestan más atención a las taxonomías estilísticas que a las creaciones que salen de ellas, que si las canciones son buenas, qué demonios importan los materiales con las que están construidas.

Pero hay más: Manel se reinventa en directo proporcionando a su cancionero nuevos matices y colores. Súmese a eso una atractiva puesta en escena y tendremos un espectáculo fascinante, en una lengua loable, la hable quien la hable. Evito anotar completo, para no fatigarles, el prolijo listado de canciones que configuraron el programa del concierto, en el que prácticamente todas las piezas brillaron con idéntica intensidad. Sí les diré que Guillem y compañía revisaron su discografía: desde 'Al mar', 'Captatio Benevolentiae' y 'Ai, Dolors', de su primer álbum, a 'La jungla', de su Ep más reciente. Y en medio, trallazos como 'Boy Band', 'Jo competeixo', 'Formigues', 'Boomerang', 'Benvolgut', 'Sabotatge', 'Les cosines', 'Per la bona gent'… Es en esta última canción donde Manel, a través de un estribillo tomado prestado de 'Alenar', de Maria del Mar Bonet, muestra su ideario artístico y vital: “Tres portes tinc a ca meva, obertes a tots el vents: la que está oberta per tu, l’altra per la bona gent…” ¡Dale, Manel!

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