EL FESTIVAL DEL AÑO

Crónica de Javier Losilla de la segunda jornada del Vive Latino: El rey Loquillo, el brujo Drexler y las brillantes Morrison y Tijoux

Da lo mismo que desafine aquí o allá o cualquier otra circunstancia: la potencia de la banda y la figura del Loco forman un tándem incontestable

El uruguayo Jorge Drexler durante su concierto en el Vive Latino de este año.

El uruguayo Jorge Drexler durante su concierto en el Vive Latino de este año. / Jaime Galindo

Javier Losilla

Javier Losilla

No pude evitarlo: cantaba Jorge Drexler 'Mi guitarra y vos', y el cerebro, ese órgano que todo lo controla pero que es incontrolable, me llevó por un instante a otro Jorge y a otra posible canción: al presidente Azcón y a la inexistente pieza 'Mi gobierno y Vox'. ¡Joder con el cerebro! Ya disculparán esta digresión inicial. A Drexler volveremos después de la publicidad, pero antes, en la segunda jornada de Vive Latino…

Poco después de la medianoche andaba M-Clan con sus cosas en el escenario del Anfiteatro, y nosotros, con las nuestras, en el concierto de la chilena Ana Tijoux, rapera de rompe y rasga que traspasa los límites del estilo. Se hace acompañar por bajo, batería y teclados y sintetizador, y ofrece un repertorio con textos comprometidos con el pasado y el presente y músicas que picotean en lo latino. Ana muestra su vigor en canciones como '1977', 'Mi verdad', 'Vengo', 'Antipatriarca', 'Niñxs', 'Somos sur'… Y al hilo del aniversario del 50 aniversario del golpe de estado en Chile (mañana, si leen esta crónica en la edición digital; hoy, si lo hacen en la edición impresa) recordó tan canalla acontecimiento con la canción Sacar la voz (“Liberarse de todo el pudor / Tomar de las riendas, no rendirse al opresor / Caminar erguido, sin temor / Respirar y sacar la voz”).

El Loco y Jorge Drexler

Una advertencia: circunstancias que no vienen al caso me impidieron ver la actuación de la poderosa y veterana banda argentina Los Fabulosos Cadillacs, probablemente el único grupo de la jornada que podía hacer sombra, en tirón popular, a Loquillo;  así que es de justicia coronar al Loco como rey indiscutible de la velada. Loquillo abre la boca, se marca un par de poses de esas que quedan muy bien en las fotos y en los planos fijos de la tele, pone cara de aquí estoy yo, y ¡bum!: el público cae rendido a sus pies como si acabara de descubrir el rocanrol. Creo que eso se llama carisma. Y da lo mismo que desafine aquí o allá o cualquier otra circunstancia: la potencia de la banda y la figura del Loco forman un tándem incontestable. Salió a por todas con 'Los buscadores', avanzó tres canciones hasta 'El rompeolas', y ya no dio tregua con 'El último clásico'; 'Rey del glam'; 'Rocanrol actitud'; 'El rey', 'La mataré'; 'El ritmo del garaje'; 'Feo, fuerte y formal'; 'Rock And Roll Star'; 'Cadillac solitario'… En fin, que ahí está Loquillo para lo que gusten mandar.

Drexler. Su concierto fue una curvatura del espacio-tiempo, una gloriosa anomalía: por la calidad musical y por el programa, arriesgado y muy distinto del que los artistas suelen presentar en los festivales. 'Plan maestro'; 'Transporte'; 'Sea'; 'Universos paralelos'; 'Oh, algoritmo'; 'La edad del cielo'; 'Mi guitarra y vos'; 'Tocarte'; 'Bolivia', 'Bailar en la cueva', 'Movimiento' o 'Todo se transforma' son canciones cuya narrativa combina lo que podríamos llamar 'spoken word' con lo cantado, construyendo un universo singularmente peculiar y excitante. Drexler las lanzó con una interpretación arrolladora sobre unas excelentes bases musicales (sin pregrabaciones y con una banda de lujo: atención a las voces femeninas) que inciden profundamente en lo afrolatino y en otros aspectos de la negritud como el gospel. Fue, con el ajuste necesario obligado por el medido tiempo de permanencia en escena, una soberbia muestra del programa que va a presentar en breve en Latinoamérica. Paradigma de la música popular escrita en español, Drexler es el gran traficante de emociones, el buscador de estrellas con los pies en la tierra, el puente sonoro que une dos continentes. Y también, la memoria. Solo un brujo es capaz de asumir toda esa tarea. ¡Bravo!

Carla Morrison, Sidecars, Depedro...

Una diva sin divismos. Eso es la gran Carla Morrison, a quien vimos después de que la banda chilena Los Bunkers nos metiera la electricidad en el cuerpo con su rocanrol de rayo de tormenta, y tras comprobar, por otra parte, que Los Zigarros no tienen muy claro a qué grupo parecerse. Pero hablábamos de Carla Morrison, la mexicana que un día descubrió que era mejor mirarse en su propio espejo que en el de los demás. Y ahí comenzó a facturas canciones hermosas y cantar con la pasión y el aplomo que da la confianza en uno mismo. Su paso por Vive Latino ('Eres tú', 'Te regalo', 'Distinto', 'Diamantes'…), en compañía de un solventísimo grupo, fue un lujo.

Más: les hablaría de Sidecars y de sus canciones para millennials, y de los eficaces Lori Meyers, pero tengo el espacio justo para certificar que Depedro es carne de escenario, pues es ahí donde sus composiciones adquieren todo el sentido y donde la fuerza de su interpretación atrapa al oyente. Canciones como 'El Pescador', 'Noche oscura' y una arrobadora 'Llorona', entre otras dieron cuerpo a un repertorio estupendamente resuelto. Y eso que eran poco más de las seis de la tarde y el calor aún campaba por la Expo. Y así, damas, dames y caballeros, concluimos el relato de lo que ha sido la segunda edición de Vive Latino. Es solo una mirada. Hay otras, claro, pero no tan buenas. O sí.