RESEÑA LITERARIA

Crítica de 'Hacer silencio': Maneras de afrontar el silencio que va llegando

El poemario de José Manuel Soriano es como la sala blanca de un hospital, donde una desnuda vulnerabilidad toma posesión del aire y de una dolorosa intensidad hacia el lector

José Manuel Soriano Degracia, poeta y autor de 'Hacer silencio'

José Manuel Soriano Degracia, poeta y autor de 'Hacer silencio' / El Periódico

Miguel Ángel Ordovás

Introducirse en los poemas de Hacer silencio , de José Manuel Soriano Degracia, es como acceder a las salas blancas y aparentemente neutras de un centro hospitalario, en donde una desnuda vulnerabilidad toma posesión del aire desvelando una dolorosa intensidad a nada que se preste una mínima atención.

El planteamiento del libro es desgarrador, ya que se construye como el diario del proceso de disolución mental de una persona aquejada de una enfermedad neurodegenerativa, de cuyo alejamiento es testigo la voz poética que sabe que el final de la historia no va a ser feliz.

El poema que desvela este argumento, uno de los más narrativos, marca también el tono que predomina en el libro, contado con serena naturalidad y a la vez delicadeza ante un futuro que se abre y a la vez cierra. José Manuel Soriano no tiene en ningún momento palabras de reproche ante esa sentencia inexorable que debe afrontar, aunque no elude reflexiones amargas por ello, y lo que finalmente prevalece es ese testimonio que perdura gracias a una palabra poética que no desfallece a pesar del silencio que se va aproximando.

En este poemario editado por las Prensas de la Universidad de Zaragoza hay efectivamente silencio, al igual que también hay olvido y ausencias; hay desesperanza pero también recuerdo cariñoso, no tanto como consuelo sino como una manera de disfrutar de lo vivido. Precisamente la parte central del libro está dedicada a poemas de evocación, que suspenden también el tiempo aunque de forma completamente distinta a como lo hace la enfermedad. Es en esos momentos donde mejor se puede degustar el placentero alivio que regala el recuerdo, siempre en compañía, con el sabor compartido pero distinto de una manzana. Y cuando el poeta se queda a solas y en la intimidad, todavía es capaz de mandar en su propia memoria: "Las fotografías / que más me gustan / son las que quedaron / veladas en el carrete / y guardan la imagen / que solo yo quiero recordar".