Víctor Fernández: «Nos faltó salir con sangre en los ojos»

El técnico aragonés lamenta la actitud del grupo, del que esperaba «otra respuesta», ante «una oportunidad de oro» para haber sellado la salvación 

Víctor Fernández en la banda de La Romareda

Víctor Fernández en la banda de La Romareda / Jaime Galindo

El técnico del Real Zaragoza, Víctor Fernández, lamentó la «oportunidad de oro» perdida frente al Burgos para haber abrochado prácticamente la salvación y apuntó directamente a la actitud con la que sus jugadores saltaron al campo como la causa principal del «cúmulo de despropósitos, desgracias y desaciertos» que «condenaron» al Real Zaragoza a ir siempre a remolque y a caer luego en el desconcierto tras la falta de puntería mostrada frente a un rival muy acertado. 

«Nos ha faltado salir con sangre en los ojos, el ir a ganar por encima de todo y no hemos mostrado la actitud necesaria para afrontar un partido en nuestra casa que era una final, una oportunidad única», censuró sin paños calientes como primer diagnóstico el veterano preparador zaragozano quien, según reconoció, «esperaba una respuesta diferente del grupo». 

Especial contrariedad mostró el entrenador aragonés con el 1-2 del Burgos, ocurrido «a los veinte segundos de comenzar el segundo tiempo y habiendo sacado nosotros del centro del campo». Un pecado acumulado al de la falta de tensión del 0-1 por la protesta de un posible penalti al que su equipo luego encadenó la falta de acierto «tras 15 ó 20 minutos buenos en los que insistimos y metimos al rival en su portería», pero la «falta de claridad y determinación» pesaron a su juicio para remontar el partido. 

En el ambiente de la sala de prensa flotaban asuntos candentes como el dibujo escogido para comparecer en la Romareda, el inesperado cambio en la portería o el momento postrero del partido escogido para agitar el banquillo. Pero, por encima de todo, la sensación de impotencia de un equipo que no mostró argumentos para reaccionar tras el parón por la doble lesión burgalesa y, especialmente, a raíz del 1-3, con la certeza de que la sola presencia de Víctor sigue actuando como sordina en una Romareda de taza más que rebosada.

Sobre el dibujo dispuesto con tres centrales, Víctor matizó apelando a que no se trató de una continuidad de lo mostrado en Huesca y Leganés. «Hemos cambiado bastante porque situamos a los de fuera (Germán Valera y Fran Gámez) muy altos para dar profundidad y amplitud al equipo en el juego ofensivo», valoró. 

Una decisión anclada a la escasez de efectivos en la sala de máquinas y para la que el míster zaragocista decidió reforzar al equipo por detrás de la pelota: «Considero que debemos protegernos más por dentro y para eso los cuatro de atrás han demostrado que están en forma y venían de dos partidos excelentes». 

El equipo no reaccionó y los cambios solo llegaron al final. Una circunstancia que el técnico achacó a la falta de recursos: «Habría necesitado más oxígeno en el centro, pero no tenía mediocampistas y lo demás era cambiar por cambiar sin opciones con el dibujo porque Azón seguía trabajando bien y Valera y Gámez penetraron un montón de veces por sus bandas», aseguró. En cuanto al relevo en la portería, de la que Édgar Badía salió sin ninguna mácula reseñable, Víctor Fernández defendió su decisión recordando el mes de entrenamientos «en plenitud» que acumula Cristian Álvarez tras superar todos sus problemas físicos y descartó que hubiese tenido nada que ver en ninguno de los tres goles: «Ha tenido mala suerte porque le han tirado cuatro veces y ha tenido que recoger el balón tres veces de su portería».

La nueva derrota en La Romareda dibuja un panorama preocupante con un calendario complicado al que Víctor no teme: "Es una situación que no me sorprende, ya lo anticipé que nos iba a tocar soportar este sufrimiento. Necesitamos ganar un partido cuanto antes y debe ser en Oviedo que, por muy bien que vaya, en esta categoría puede pasar cualquier cosa", defendió. El técnico aragonés llamó a "levantarse inmediatamente" para "otra final" para la que tendrá que hacer un "recuento de efectivos" en la confianza de que no caiga ningún jugador más.