Las Turbulencias de Javier Losilla: Sones, festivales y cementerios

Sobre héroes y tumbas, sobre inquietudes y tránsitos

Sabazz Palaces en una imagen promocional.

Sabazz Palaces en una imagen promocional. / EL PERIÓDICO

Javier Losilla

Javier Losilla

Oír, ver y leer. Pero se puede jugar con las combinaciones: leer y escuchar, escuchar y ver, ver y leer... Mezclen ustedes los elementos de la manera que les sea más conveniente y/o provechosa. En cualquier caso, la experiencia será, creo, satisfactoria.

Ismael Butler, cabeza pensante y visible de Sabazz Palaces, ha llevado el hip hop a otra dimensión, y suele facturar unos conciertos extáticos. También los discos que graba tienen su miga. 'Robed In Rareness' (Sub Pop / Everlasting) es su apuesta más reciente, para la que ha contado con Lil Tracy, su hijo, y colegas como Porter Ray, Lavarr the Starr y Royce The Choice, entre otros. Es un álbum menos arrebatador que 'The Don Of Diamonds Dreams' (2020), su predecesor, pero abunda de alguna forma en la línea abierta por ese disco: una trayectoria de sonidos cósmicos (aunque en la pieza Binoculars se mantiene el pulso afro) entrando también en el pulso del trap. A sus 50 años, Butler parece que apuesta, y bien, por cierto sosiego musical y textual: «Todo lo que quiero es que las chicas tengan una oportunidad y que los hermanos abandonen las bandas».

Robert Finley, Lenhart Tapes, Santiago Auserón...

Robert Finley, se sabe, llegó tarde a la música profesional y su popularidad comenzó cumplidos ya los 60 años. 'Black Bayou' (Easy Eye Sound / Music As Usual) es su nuevo disco, en el que cuenta, como en anteriores entregas, con la producción de Don Auerbach (Black Keys). Finley, nacido en el norte de Luisiana, abunda en el northern soul, el blues, el jazz y el rhythm & blues a la búsqueda de un código musical propio. Y lo consigue.

Lenhart Tapes es el alias artístico de Vladimir Lenhart, de Belgrado. 'Dens' (Glitterbeat) es su segundo álbum. En él explora la música popular de los Balcanes con la ayuda de la cantante y violinista Tijana Stankovic, además de las voces de Zoja Borovcanin y Svelana Spajic. Samplers, guitarras, programaciones de percusión, saxo, bajo sintetizado y otros instrumentos contribuyen al resultado final: una perturbadora mezcla de folclore y ruidismo. Irresistible.

Una imagen del documental 'Semilla del Son'.

Una imagen del documental 'Semilla del Son'. / EL PERIÓDICO

Primero fue el doble álbum 'Semilla del son' (1991), con el que Santiago Auserón acerco al público de las españas la sabiduría y el sabor de los viejos soneros cubanos. Más tarde llegó el libro homónimo, en el que el músico reflexionó sobre la experiencia del disco. Eso fue en 2019, justo el año en el que el realizador tinerfeño Juanma Betancourt le propuso la elaboración de un documental que reflejase el tránsito del son desde el oriente al occidente cubano. Nace así 'Semilla del Son', la película, estrenada en cines el 10 de noviembre, aunque de momento no haya llegado a las salas zaragozanas. Y más allá de alguna tautología cinematográfica evitable, 'Semilla del son' tiene el triple interés de contar la historia de Cuba, el nacimiento y desarrollo del son y la propia trayectoria musical de Santiago en su empeño, tras el cierre de Radio Futura, de buscar fuentes sonoras comunes entre América y España, al margen de la ya experimentada influencia anglosajona. Además, algunas actuaciones musicales, como la que el músico zaragozano comparte con la formación Estrellas Campesinas, de Yeteras (Guantánamo), son brillantes.

Nando Cruz y Peter Ross

«Un macrofestival no puede permitirse el lujo de pensar en personas; debe pensar en masas». Esta afirmación formulada por el periodista musical Nando Cruz en su libro 'Macrofestivales. El agujero negro de la música' (Ediciones Península) resume muy bien el contenido de una publicación escrita con prosa tan ágil como las ideas que la alimentan. Nada escapa a la mirada escrutadora de Cruz, quien da nombres y apellidos, cifras y datos para sacar a la luz gestiones usureras, sueldos de miseria para los trabajadores, trato de rebaño al público, subvenciones, carteles que se repiten y formas poco ortodoxas de contratación de artistas, entre otros asuntos. 'Macrofestivales', que ya ha repetido edición, es una de las mayores denuncias culturales de los últimos tiempos. Y su autor, un valiente y puntilloso escribano sin pelos en la pluma.

Comparto con el periodista escocés Peter Ross la fascinación por los cementerios, y de ahí que su libro 'Una tumba con vistas' (Capitán Swing) me parezca espléndido. Ross se pasea por diferentes cementerios de Reino Unido para contarnos las historias de los que allí moran («Son lugares de grandes ambiciones. Reflejan la memoria de quienes murieron, pero también por qué y, sobre todo, para qué murieron») y, de paso, las de los vivos relacionados con ellos y también las de las ciudades que acogen esos espacios. Ross relata anécdotas sorprendentes y analiza determinadas asombrosas costumbres funerarias. Una tumba con vistas es un fantástica murder ballad de 320 páginas. En los cementerios la vida y la muerte bailan en el filo de la memoria. 

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