NOVEDAD EDITORIAL

Julia Viejo (presentó en Zaragoza 'Mala estrella'): "Hay que desmitificar la visión cursi y romantizada de la infancia"

La escritora visitó recientemente la capital aragonesa para poner de largo su primera novela

Julia Viejo presentó la semana pasada 'Mala estrella' en Zaragoza.

Julia Viejo presentó la semana pasada 'Mala estrella' en Zaragoza. / LAURA TRIVES

Daniel Monserrat

Daniel Monserrat

Julia Viejo (Madrid, 1991) presentó la semana pasada en la librería Cálamo de Zaragoza su primera novela, 'Mala estrella' (Blackie Books). Un homenaje a la fantasía como supervivencia al dolor en los ojos de una adolescente que se resiste a crecer.

–Que Vera, la protagonista, tenga 13 años no es casual en toda esta historia.

–Los 13 años me parece la peor edad. Habrá gente que no esté de acuerdo, pero es una edad muy inestable, anfibia entre dos estados, entre algo más firme que es tu infancia, tu familia, y un estado acuático futuro. Uso la metáfora del agua porque es la manera que tengo de explicarlo. El agua es ese territorio inestable, turbio, el río en el que ella se mete que representa su futuro, la edad adulta o como quieras llamarlo. Los 13 años es un punto muy difícil.

–Precisamente, gracias a esos 13 años, Vera se expresa con más libertad. 

–En el libro hay mucho de la propia voz de la protagonista porque está contado en primera persona aunque sea desde un futuro hipotético. Está muy pegado a esa visión sesgada que una tiene con 13 años, que es muy ingenua para muchas cosas y muy espabilada para otras. Con esa edad ya tienes pensamientos oscuros, pensamientos sobre la muerte, sobre el sexo,… Se infravalora mucho a las chavalas de esa edad aunque ya están bastante curtidas en muchas cosas aunque solo sea en su cabeza pero también en sus experiencias vitales a veces. Me gustaba representarlo en esa voz que se sale del tiesto a veces, que dice palabrotas, que tiene mucha rabia.

–¿La infancia no es tan feliz como se cuenta?

–Hay que desmitificar la visión cursi y romantizada de la infancia. Se ve como si todos hubiésemos sido felices, como si un niño fuera un ser de luz y no lo es. Un niño solo es una persona pequeña que sabe poco de la vida y quizá por eso completa esos huecos que no sabe con cosas rocambolescas y a veces oscuras. Tiene comportamientos muy insensatos, muy poco reflexivos, quiere diferenciarse de su familia cuando empieza a crecer y ya es hora de hablar de niños más auténticos.

–¿Esa edad también permite desfigurar los límites entre realidad e imaginación?

–Para mí, es solo estirar una metáfora, un símbolo una imagen extraordinaria tanto que se convierte en algo mágico o fantástico. Pero no es fantasía, está en ese punto intermedio tan ambiguo que me gusta tanto. Juego mucho con la ambigüedad, con no saber qué es verdad y mentira, y es la herramienta que tiene esta protagonista para explicarse a sí misma que un poco es lo que hago a la hora de escribir. Hay un juego de metaficción, ella se desdobla en otra persona y yo me desdoblo en Vera y es interesante este juego doble.

"Me gusta el contraste que hay y que no se sepa clasificar si es una historia triste o no"

–Es una novela que, en realidad, tiene mucho de cuento, ¿lo ve así?

–Estoy muy de acuerdo. Yo vengo del cuento, en realidad se han escrito a la vez mis cuentos de hace dos años y esta novela. Y creo que la novela tiene todavía ciertos recursos del cuento, paralelismos, una cierta circularidad, un gusto por crear un universo propio a través de imágenes extrañas como esa gran estatua que hay a la entrada del pueblo, o una torre de muebles por la que trepan los niños. Es algo fabulesco y eso entronca mucho con el mundo del cuento.

Julia Viejo en su reciente visita a Zaragoza.

Julia Viejo en su reciente visita a Zaragoza. / LAURA TRIVES

–«En mi familia eran muy de morir en verano». Así comienza un libro que aunque sea triste es divertido, ¿no cree?

–Todo depende de cómo lo leas, mucha gente dice que es una novela muy triste y es verdad porque el fondo puede serlo. Es una familia muy desestructurada, es una protagonista muy sola, se habla mucho de la soledad pero el tono es lo que rebaja todo. Es ligero, es literario pero tiene sus salidas, palabrotas, cierta oralidad, un gusto por el diálogo que a mí me encanta… Me gusta ese contraste y que no se sepa clasificar si es una historia triste o no.

–Hay dos grandes temas en la novela, la herencia de la culpa y el patriarcado. Casi nada.

–Son dos claves de la novela. Por un lado, la culpa y la vergüenza de pertenecer a esa familia que lo tiene la protagonista y su padre que ha heredado ese modus operandi corrupto de su propio padre. Era el gran patriarca muerto que representa el patriarcado. No hablo solo de que esta familia es así, es todo un sistema, una tradición cuyo peso va cayendo sobre los hombros de los miembros de esta familia especialmente de las mujeres, pero también de los hombres. Es un sistema obsoleto que se ve que se está empezando a derrumbar.

"Siempre he querido escribir una historia de crecimiento, de una adolescencia auténtica"

–¿Escribe para combatir ese sistema?

–Sería muy ambicioso y pretencioso el intentar combatirlo pero pongo mi granito de arena para intentar hablar de ello. De manera inconsciente porque yo no soy consciente de que lo he hecho hasta que he terminado el libro.

–¿Escribe compulsivamente entonces?

–Sí, sí, sí, soy muy intuitiva. Yo escribo a ciegas y luego reflexiono sobre lo que he hecho. Y veo lo que subyace, por eso es una forma de explicarme y de mirarme a mí misma.

–¿Qué fue primero, Vera o la historia?

–Lo primero para mí siempre es el protagonista, también en los cuentos. Siempre he querido escribir una historia de crecimiento, necesitaba indagar en lo que es la adolescencia de manera auténtica y lírica. De pequeña estaba obsesionada con Celia, Punky Brewster, esas niñas fantasiosas pero también me interesaba plasmar una parte un poco más triste y trágica. Ella ya no es una niña, es más despierta, es más vulnerable y se hace daño darse cuenta de lo que ocurre. Primero vino el personaje y luego todo lo demás.

–¿Seguirá por el mundo de la novela?

–De momento sí porque me da una cosa que no me da el cuento, que es la oportunidad de desarrollar personajes mucho que son la base para contar una historia. 

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