Louison Bobet fue un ciclista tan legendario que algunos todavía creen que su fantasma se mueve por las metas del Tour. Pero al margen de sus tres victorias consecutivas en París, entre 1953 y 1955, Bobet, fallecido de cáncer en 1983, fue protagonista de una serie de episodios personales que le convirtieron en un tipo entrañable tanto para los aficionados de la época como para sus rivales. Bobet, cuando apenas contaba 19 años, quedó tan impresionado por el paso de las tropas estadounidenses, al mando del general Patton, que se situó en la retaguardia del ejército y con los soldados yanquis se fue a alistar a Rennes al 41º de Caballería. Por aquel entonces ya se había convertido en una de las grandes estrellas del equipo francés de tenis de mesa, afición que compaginaba con el trabajo de repartir pan con su bici por las granjas bretonas.Pero, la mejor anécdota en el Tour la vivió en la ascensión al Izoard de 1953, por la vertiente de la Casse Désserte, la más dura, el día que pronunció su famosa frase: "En el Izoard los grandes héroes llegan solos". El día en que se sorprendió por lo que observó en los últimos metros, en un rincón de la carretera, en la que sólo había una pareja. Allí estaba nada menos que Fausto Coppi, el ganador del año anterior, ausente en la salida, que había acudido con su compañera, Giulia Occhini, la famosa Dama Bianca, a fotografiar a los corredores, como un seguidor más. Coppi y Bobet intercambiaron sonrisas. El francés hasta tuvo tiempo de levantar su dedo pulgar en señal de victoria ante los ánimos que recibió por parte del Campeonissimo. Fue aquélla su más grande ascensión al Izoard. Por la noche el equipo francés lo celebró en grande. Todos bebieron menos

Fausto Coppi, el ganador del año anterior, ausente en la salida, que había acudido con su compañera, Giulia Occhini, la famosa Coppi y Bobet intercambiaron sonrisas. El francés hasta tuvo tiempo de levantar su dedo pulgar en señal de victoria ante los ánimos que recibió por parte del Bobet, que era abstemio.