Dieciocho victorias consecutivas --desde el 22 de octubre--, 130 días sin caer derrotado desde que lo hiciera en el Calderón ante el Atlético por 2-1 en la tercera jornada de Liga, ningún equipo le había hecho cuatro goles desde que el 10 de abril lo lograra el Real Madrid en el campeonato pasado con un 4-2 como el de ayer... La máquina del Barcelona parecía un engranaje perfecto, imposible de romper por muchas que fueran las ausencias, ya que a un fútbol total, de tremendo despliegue ofensivo y presión en defensa, se le añadía la pequeña ayuda arbitral en situaciones comprometidas. Pues bien, a todo eso se sobrepuso el Zaragoza, como en sus mejores noches, como en los días mágicos de su torneo más especial, para hacer un cortocircuito de dimensiones gigantescas y dar el primer golpe para plantarse en semifinales de la Copa.

No es de extrañar que La Romareda se volviera loca de alegría con los tres goles que en cuatro minutos hizo el Zaragoza, que convirtió sobre el césped el manual soñado para derrotar al Barcelona. El plan era sencillo. Se trataba de robar el balón y buscar la espalda a la adelantada defensa. Pero lo difícil es ejecutarlo ante un equipo que combina a una velocidad endiablada. El Zaragoza lo hizo en un abrir y cerrar de ojos, con el trabajo de un bloque, con Cani y Óscar como mensajeros y Ewerthon y Diego de brazos ejecutores. Desquició a una máquina que llevaba tiempo funcionando con la precisión de un reloj para que la Copa volviera a hacer un guiño a La Romareda.

Ese guiño se tapó con el gol de Larsson y con la facilidad que tienen los árbitros para señalar penalti a favor del Bar§a. Ya lo vivió el Zaragoza en la Liga con el inventado derribo de Van Bommel a Toledo. Esta vez es muy dudosa la falta, un semibloqueo, de Ponzio a Messi, pero llama la atención lo bien que lo vio y desde tan lejos Medina Cantalejo, que se puso una venda para no ver las faltas de Márquez a Cani. Pero ni el colegiado ni la maquinaria azulgrana pudieron con el Zaragoza de las citas inolvidables que alimentan su historia más excelsa. La bestia hincó la rodilla con otra diana más en el descuento. Y lo hizo en La Romareda.