La montaña en Aragón

Una prórroga al invierno con vistas impresionantes

La ascensión al Pico Bazias (2.754 m) desde el Balneario de los Baños de Panticosa es una clásica invernal sin grandes dificultades salvo las expuestas por la tardía avenida de las nevadas primaverales. Su cumbre regala una panorámica sobre las principales cotas del Pirineo aragonés más occidental

La grandeza del Vignemale o Comachibosa, en la vertiente de Bujaruelo, desde la cima del Pico Bazias.

La grandeza del Vignemale o Comachibosa, en la vertiente de Bujaruelo, desde la cima del Pico Bazias. / S. R. A.

Sergio Ruiz Antorán

Sergio Ruiz Antorán

En este mundo loco, las borrascas han decidido otorgar una prórroga invernal a una primavera más blanca que el propio invierno. Este latigazo extra permite a los amantes del esquí de travesía y de los piolets internarse en nuevas aventuras siempre con el compromiso adecuado a su nivel alpinista y la sabiduría de conocer previamente las previsiones y las condiciones del manto y el riesgo de avalanchas. Una propuesta clásica en estas internadas es la conquista de la cota del Pico Bazias (2.754 m). Su atractivo radica en su posición, sobre el Circo de Panticosa y en la divisoria con el Valle de Bujaruelo. Esta ubicación nos regala en su cumbre unas maravillosas panorámicas de 360º de las principales damas del Pirineo aragonés más occidental, mirada que hace de esta excursión una auténtica gozada para los sentidos.

El inicio de este recorrido se localiza en casa y en los días previos. Tener información de primera mano sobre la cambiante realidad de la nieve en la zona de los Baños es el primer paso incuestionable. Aconsejamos consultar los partes de Aemet o del servicio A Lurte (www.alurte.es) para identificar el grado de peligro de aludes y la transformación de una nieve que suele estar húmeda en estas fechas. Una llamada al Refugio de Casa de Piedra (974 48 75 71) es aconsejable para saber de primera mano la cota de nieve para impedir posteos eternos si se decide ir con los esquíes y aclarar dudas.

Al abrazo de Brazato

Planificados y equipados adecuadamente, partiremos desde el Balneario siguiendo las indicaciones de la GR-11 en dirección a Bujaruelo, por las escaleras que llevaban, en mejores tiempos para esta instalación, hacia Casa Belio y la Casa del Balneario, ahora tristemente abandonadas al desplome, y pasando junto a las fuentes olvidadas de San Agustín y del Hígado, con un aspecto avergonzante, que glosan el deterioro de la grandeza de un lugar arrasado por la codicia.

Una pista asciende por la ladera boscosa convirtiéndose pronto en sendero más estrecho pero limpio. Las marcas blancas y rojas no confunden. La subida calienta pronto los músculos en unas lazadas que nos hacen tomar altura sobre la colonia termal. Llegamos a una señal que indica el camino hacia los Ibones Azules como circunvalación de la Transpirenaica sobre el Balenario. Lo obviamos y seguimos por las zetas pasando junto a una enorme construcción de contención que evita que avalanchas colapsen el centro termal.

Alcanzamos la majada de Sarrato, una explanada donde se puede respirar un esfuerzo recompensado con las vistas crecientes sobre el Algas, Argualas y Garmo Negro, que, si madrugamos, veremos resurgir teñidos en rojo por el sol naciente. Otro desvío nos marca el destino de los ibones y picos de Lavaza. Volvemos a pasar de él y giramos por unas laderas que nos hacen superar un promontorio que nos aproxima al barranco de Brazato. Aquí divisamos el sector de ese nombre, al que nos da la bienvenida la silueta del Pico Tablato y el Pico Serrato.

Vignemale, Treserols, Taillón, Astazus, Infiernos, Balaitus... nos saludan en la cima. El trayecto sigue la GR-11 hasta el Puerto de Brazato pasando por los ibones del sector

Un nuevo descanso nos deja en un semiplano donde nos toparemos con la tubería que baja de los ibones apresados. En este punto podríamos seguir rectos al encuentro del Ibón Bajo y el Embalse de Brazato, pero en esta página recomendamos seguir la GR-11 y apechugar con la subida hacia el cuello que nos deposita en los vasos de los lagos Superiores. Esta decisión nos permite ser más directos y cruzar por estos pozos helados o deshelándose hacia el Puerto Viejo de Brazato, conexión natural con el río Ara y Bujaruelo.

Nos presentamos aquí ante la vista de las crestas de Lavaza y el escudo de la Punta del Puerto. Sin embargo, es cuando llegamos al Puerto cuando nos salta el corazón con el impresionante saludo del Vignemale y la identificación de nuestro objetivo, el Pico Bazias. Merece la pena una parada para relamerse con tanta maravilla. El tramo definitivo describe esta cota como una loma en altura, sin dificultades técnicas, pero distintas vías de acceso. Seguir las huellas previas, de haberlas, claro, siempre es una alternativa menos agotadora. La posibilidad más cercana es conectar con alguna de las dos aristas, la más cercana por el colladito que une la Punta del Puerto con el Bazias o la más alejada que pasa por debajo de la nevero principal. Este ventisquero puede ser cruzado dibujando alguna zeta, aunque, al estar en zona obaga, seguramente nos encontraremos hielo o nieve más dura, por lo que, si no los llevamos ya, habría que calzar crampones y sacar el piolet para evitar sustos, advertencia que prolongamos por la arista expuesta a los vientos.

Si el día acompaña, el Bazias invita a quedarse a vivir en él deleitándose con la identificación de tresmiles. Al seductor Vignemale se suman las Treserols y compañía, con la Escupidera bien definida, Astazus, Taillón, Gabietos, Tendeñera, Garmo, Infiernos, Balaitus, Gran Facha.... y todos los que quieras. ¡Una pasada! Saciada la mirada puede dibujarse la bajada por el mismo trazado o descender, mejor con esquíes, por la vertiente sur hacia el Embalse y seguir camino del barranco de Brazato.