APUNTES EMOCIONALES

¿Se puede aprender a pensar?

Algunas ideas y actividades que puedes realizar en cualquier momento y lugar para ejercitar tu pensamiento

Alumnos de Secundaria durante un examen en un instituto.

Alumnos de Secundaria durante un examen en un instituto. / ALBERTO PAREDES / EUROPA PRESS

Toñi Morcillo

Siempre hemos aprendido conceptos, contenidos de áreas diversas y concretas, competencias para alcanzar el desarrollo personal y obtener resultados satisfactorios en la realización de tareas. Pero, ¿hemos aprendido a pensar? ¿O damos por hecho que el pensamiento nos viene dado de serie y que no necesitamos aprender a usar algo tan intangible como es el pensamiento?

La respuesta es que podemos aprender a ser más reflexivos, más críticos, más autónomos, más eficaces, más resolutivos; en definitiva, más competentes en la competencia de aprender a aprender como dice Robert Swartz. Para ello podemos poner en práctica de una manera sistemática una serie de técnicas y destrezas que desarrollarán una cultura de pensamiento que no tiene por qué verse restringida solo al ámbito académico y darse en el aula como único espacio posible. Cualquier espacio y cualquier tiempo es óptimo para pensar

Es imprescindible crear las condiciones adecuadas para pensar: dedicar un entorno físico, libre de distracciones y un tiempo alejado de la prisa para darle una oportunidad al pensamiento. Rutinas y destrezas de pensamiento nos ayudarán en este proceso. Sigamos algunos consejos que nos pueden ayudar en este aprendizaje:

  • Crear una rutina diaria a la que llamaremos tiempo de pensar en la que reflexionaremos sobre lo que hemos hecho, aprendido, etc. en el día.
  • Aprovechar las oportunidades que nos ofrece el día a día para pensar: si vamos por la calle, por ejemplo, y vemos una rama en el suelo, pensar qué ha podido ocurrir; manejar diferentes respuestas, incluso las más disparatadas.
  • Aprovechar las relaciones interpersonales para crear tiempos de pensar. No todas las personas pensamos lo mismo sobre cualquier tema y compartir ese pensamiento enriquece y nos hace situarnos en otros puntos de vista diferentes al nuestro, haciéndonos más flexibles y empáticos.
  • Hacer visible el pensamiento: preguntarnos "¿qué veo?", "¿qué pienso?", "¿qué tengo que hacer entonces?". Somos muy dados a actuar llevados por el impulso. Lo que pensamos no es lo que vemos, sino algo que generamos ante la observación de ese hecho; según sea nuestro pensamiento actuaremos de una manera o de otra. De ahí la importancia de pararse a pensar.
  • Escribir un diario emocional: cómo nos hemos sentido en el día de hoy y por qué creemos que nos sentimos así.
  • Contar en un minuto una idea para intentar persuadir al interlocutor.
  • Después de haber leído un libro, visto una película, haber vivido alguna situación.... resumirla en una palabra primero, una idea con la que te quedas y por último, en una frase para contar a los demás.
  • En las mismas situaciones anteriores, elegir un color que la represente y decirnos el por qué ese color; describir la situación en una sola imagen o en un solo objeto o símbolo.
  • Lo mismo, resumirlo en titular, como si fuera el titular de un periódico.
  • Ante cualquier noticia, discurso político, rumores locales, preguntarnos qué puede haber de verdad en ello, qué hay que nos hace sospechar de su veracidad y por qué. Posteriormente acudir a diversas fuentes de información para corroborar o descartar nuestras hipótesis.
  • Comparar y contrastar objetos: ¿en qué se parece A a B?
  • Buscar siempre varias soluciones a un mismo problema y elegir aquella que en aquel momento es más eficaz. No quedarnos con la primera que se nos ocurra. Indagar en lo divergente.
  • Ser independiente de pensamiento, no dejarnos llevar por modas.
  • Estar abiertos siempre al aprendizaje continuo.
  • Aceptar riesgos pero con responsabilidad. 
  • No perder nunca el sentido del humor. 
  • Cuestionarse las cosas, no darlas por hecho de entrada.
  • Utiliza organizadores gráficos: mapas mentales, esquemas, notas visuales, etc.
  • Después de estudiar un tema, preparar una exposición, realizar una ponencia…llevar a cabo actividades de cierre, tickets de salida que nos permitan ir hacia detrás en el proceso cognitivo. Por ejemplo, analizar qué cambiaríamos y por qué, qué dejamos tal cual porque está funcionando y qué podemos mejorar y por qué. O pararnos un momento y reflexionar sobre qué ideas nos llevamos o más nos han gustado y qué es lo que nos hubiera gustado tratar y que no ha salido (técnica dos estrellas y un deseo).
  • Recuperar de la memoria algo y contárselo a un amigo o amiga.

Hay muchas posibilidades, muchas actividades que nos enseñan a pensar. ¿Empezamos? Te propongo que pienses: ¿qué has pensado antes, nada más leer el titulo y qué piensas ahora después de haber leído el artículo? (Rutina Antes pensaba-Ahora pienso).