Segundo discurso de José Ángel Biel como presidente de las Cortes. Ya está mediada la legislatura y ayer, Día de Aragón, San Jorge, tocaba hablar en dos dimensiones: la institucional y la política. El máximo representante del Parlamento se ladeó más hacia la segunda, en la que se siente más cómodo. La crisis ocupó buena parte de sus palabras. O mejor: sus consecuencias. Que pasan por hacer cambios en el modelo del estado del bienestar "adelgazando lo que la necesidad de salud aconseja, para no amputar lo que es necesario y justo mantener", dijo. Porque "nada es gratis".

Y como todo cuesta dinero --la sanidad, la educación, la dependencia...-- abogó por superar el "contencioso ideológico" entre lo público y lo privado. Y hacer compatibles ambas vertientes en el estado del bienestar. Fórmula, por otra parte, que siempre ha reivindicado Biel en sus variadas facetas políticas y que el Gobierno de Luisa Fernanda Rudi no solo ejecuta con solvencia, sino que va incluso más allá.

EMPLEO Más allá de apalancar el estado del bienestar con el ámbito privado, Biel marcó como "único fin" de esta legislatura la creación de empleo. Solicitó para tal objetivo el apoyo a las empresas. "No basta con administrar lo que hay, sea mucho o poco. Es necesario crear lo que no hay. A eso se llama política", dijo. Reivindicó la necesidad del "acuerdo, el pacto y el acuerdo" como meta imprescindible para atajar la sangría del paro.

Más mensajes políticos: una crítica a las "mareas de todos los colores", que en opinión el presidente de la Cámara, son "casi siempre más representativas de legítimos intereses particulares o gremiales que del interés general entendido en su sentido más amplio". Los recortes en los servicios, justificó, son siempre difíciles de aceptar y de explicar, aun a sabiendas que es imposible hacer más con menos", zanjó. Contradecía así una de las máximas del Gobierno de Rudi, repetida como un soniquete desde el inicio de la legislatura, a saber, hay que hacer más con menos. Llegados a este punto Biel, concluye que es una quimera.

El líder aragonesista se refirió también a la pérdida de credibilidad de la clase política. Lo achacó a los casos de corrupción. Y auguró sus consecuencias: "La ausencia de liderazgos y de alternativas viables y visibles". No hubo ni un ápice de autocrítica en este punto.

Además de dudar de la representatividad de las mareas, Biel cargó contra aquellos que pretenden una revisión de la Constitución. Sus propuestas son, dijo, "inviables e inconvenientes" porque dejan de lado "los valores y los logros de la transición". Criticó a su vez a los "embates" de los nacionalismos y del centralismo, que auguran un panorama "muy complejo".