El prestigioso investigador aragonés Luis Oro sabe muy bien de lo que habla, a la hora de abordar el forzoso éxodo de los científicos españoles. "Hace cuarenta años, realicé una estancia posdoctoral en la Universidad de Cambridge, becado por la Fundación Juan March", rememora. "Ello me permitió --añade-- iniciarme en un área emergente de la química, que me ha proporcionado importantes satisfacciones". Oro, que ejerce ahora como profesor en la Universidad de Zaragoza y es destacado miembro del Instituto de Síntesis Química y Catálisis Homogénea avisa de que "se está poniendo en un riesgo más que probable a una parte de nuestro sistema de I+D y, por ende, la posibilidad de que la economía y la sociedad españolas construyan unas bases más sólidas y sostenibles para mejorar el bienestar de sus ciudadanos en el próximo futuro".

El científico zaragozano advierte, además, de que "los países más desarrollados no invierten en I+D porque son ricos, sino que son ricos porque invierten o han invertido en I+D". Oro presume de que "la investigación científica en nuestro país permite hacer también una lectura positiva, por los logros alcanzados en las últimas décadas, ya que ocupamos la novena posición en el ranking internacional". Al tiempo muestra una "honda preocupación por su futuro, precisamente ahora que es más necesaria para una mejora de nuestra competitividad".

El investigador, reconocido internacionalmente, denuncia que "desde el 2009 la reducción de fondos públicos se aproxima al 40%, peligrando la continuidad de numerosos centros de investigación, y muy especialmente generando una creciente diáspora de jóvenes y prometedores científicos, excelentemente formados y en los que se ha realizado una importante inversión".

En la misma línea se pronuncia el vicerrector de Política Científica de la Universidad de Zaragoza, Luis Miguel García Vinuesa, que avisa de la "tragedia que supone para la sociedad española tener abierto el grifo de salida de talento, pero cerrado el de vuelta".