Miguel Pérez-Torres, investigador del CSIC y de la Universidad de Zaragoza, lidera un estudio basado en la observación, por primera vez, de la formación y expansión de un chorro de materia expulsado por un agujero negro supermasivo tras destruir una estrella.

-Esa estrella se acercó demasiado, ¿no?

-Lo que hemos encontrado es una primera evidencia directa a través de imágenes de lo que ocurre con una estrella, como podría ser el sol, si se acercara mucho al agujero negro supermasivo del centro de nuestra galaxia. Se desharía por la denominada fuerza marea.

-¿Y qué es de ella?

-Del mismo modo que este tipo de desgarros han ocurrido en las primeras fases de formación del sistema se propuso que podía ocurrir también en el centro de las galaxias. Si estas tenían agujeros negros con una masa de millones de soles podría ocurrir que una estrella que pasara por ahí no cayera completamente sino que fuera desgarrada y la mitad de su masa fuera expulsada y la otra mitad, capturada por el agujero negro. Se diría que esta enorme cantidad de masa que se intentaría tragar el agujero negro casi de golpe le produciría una indigestión y vomitaría esa materia en forma de chorro.

-¿Cómo se produjo el hallazgo?

-A principios del 2005, se observó un brillante destello procedente del núcleo de la galaxia Arp299-B, a 150 millones de años luz de la Tierra. Aunque toda la evidencia parecía apuntar a la supernova más brillante que se hubiera observado nunca, el estudio continuado durante más de 10 años, utilizando telescopios radio e infrarrojo ha permitido presenciar cómo la región luminosa se alargaba y expandía, y concluir que se trata de un chorro de material expulsado.

-¿La búsqueda en radio ha sido determinante?

-Las regiones centrales de las galaxias tienen mucho polvo, que

absorbe la luz en rayos X y óptico. Por eso, quizá este tipo de sucesos sean mucho más habituales pero han pasado desapercibidos. El hallazgo en la galaxia Arp 299-B muestra que si buscamos en infrarrojo o en radio podremos descubrir muchos. Esa gran cantidad de polvo hace que hubiera sido imposible detectarlo mediante rayos X y óptica. El radio tenía la respuesta y llegamos a ella con la utilización de varios telescopios y radiotelescopios, como la Red Europea de Interferometría, que cuenta con más de 15 repartidos entre Europa y Asia que permiten obtener una resolución de detalles del universo equivalente a un radiotelescopio del tamaño de la Tierra.

-¿Cuánto tiempo han invertido en este estudio?

-Hemos estado trabajando los últimos diez años. No solo he estado dedicado a ello durante este tiempo, pero sí de forma exclusiva el último año y medio. Cuando encajaron todas las piezas enviamos el estudio a la revista Science, que lo ha publicado.

-Usted es un claro ejemplo de la buena salud de la investigación aragonesa. Parece evidente que hay motivos para la esperanza.

-Así es. Mi opinión es que tiene que haber una apuesta clara por la investigación no como un desembolso, sino como una inversión.