Muchas son todavía las incógnitas sobre cómo pudo fugarse Benito Ortiz Perea, en la madrugada del 29 de agosto, de la cárcel de Zuera (Zaragoza). No obstante, la investigación ha podido determinar que este hombre de 61 años, después de un mes en libertad, bajó la guardia e intentó hacer vida más o menos normal en la zona conocida como las Terrazas de Cuéllar de la capital aragonesa.

Según pudo saber EL PERIÓDICO, Benito Ortiz Perea estuvo a punto de ser detenido por el Cuerpo Nacional de Policía el pasado lunes. Sobre las 20.30 horas, decidió ir al bar Begoñica a tomar algo. Un cliente le reconoció y llamó al 091, pero, a pesar de la rapidez con la que se estableció el dispositivo para detenerle, cuando llegó se había esfumado.

Una de las trabajadoras de este establecimiento destaca a este diario que el comportamiento del que ha sido el fugitivo más buscado en España fue normal, aunque sí añade que evitó en todo momento el contacto visual con la gente.

«Iba de negro, con ropa ancha limpia y una gorra que le tapaba la cara», describe esta empleada, quien asevera que entró, se acercó a la barra y pidió un botellín de cerveza, un huevo con gama y una bebida energética para llevar. «Se lo tomó y pagó religiosamente; sí me di cuenta de que llevaba un fajo de billetes cuando fue a abonar la consumición», recalca.

MANOS SUCIAS

Uno de los detalles que más le sorprendió a esta persona que prefiere mantener el anonimato es que llevaba las manos negras, «muy sucias», en comparación con su aspecto en general, ya que, aparentemente, iba limpio.

La cerveza y la tapa se la comió en un tiempo récord, tanto que cuando llegó la Policía ya no estaba. La Brigada de Policía Científica de la Jefatura Superior de Policía de Aragón se llevó el botellín y el plato en el que comió para sacar las huellas, cuentan los empleados del bar Begoñica.

«Llegaron no se cuántos policías, pero muchos, parecía de película porque iban con chalecos, fusiles, cascos,...», señalan. Desde el lunes, el Cuerpo Nacional de Policía intensificó la presencia de agentes en la zona que comprende los barrios de Torrero y La Paz de la capital aragonesa. «Aquí había policías secretas mañana, tarde y noche por si volvía, pero ya no regresó», apostillan.

El aumento del número de agentes patrullando ambos barrios pudo haber hecho que Benito Ortiz Perea se viera en peligro en esta zona de Zaragoza, que tan bien conoce porque allí vive su familia, y decidiera huir a Valencia, ciudad en la que ha cometido violentos atracos.

INVESTIGACIÓN

La Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Policía Nacional trata de averiguar, junto a la Guardia Civil, si durante este mes en libertad ha sido ayudado económicamente por alguna persona y sobre cómo consiguió la documentación con la que pretendía pasar desapercibido. Todo apunta a que nadie le habría alojado en su vivienda.

Cuando fue arrestado por agentes de la Brigada Móvil de la Policía Nacional en la estación de Zaragoza-Delicias tan solo llevaba diez euros. Fue sorprendido antes de que pudiera comprar el billete de autobús a Valencia.

Su comportamiento ante los policías fue similar al del pasado lunes cuando decidió ir a tomarse una cerveza al bar. Su fallo fue el de bajar la cabeza ante la presencia de los agentes, llegando incluso a mirar de reojo. Una actitud que les provocó sospechas y que le llevó a ser detenido y conducido a la comisaría del Actur, donde la confirmación de quién era se produjo gracias a una prueba dactilar. Benito Ortiz Perea ya se encuentra en en el centro penitenciario de Zuera.