Tomó la decisión de seguir siendo colchonero y dejó de jugar. En realidad, la decisión la tenía tomada hace tiempo, pero faltaba documentarla audiovisualmente. Griezmann ha tenido un peso menor en el juego de una Francia que no deslumbra en ataque. Deschamps tampoco ha tenido mucha paciencia con la estrella del Atlético de Madrid. Tres partidos, tres veces que ha sido sustituido.

Su gol llegó de penalti. Antes, poca cosa. Después, poca cosa. Y eso que Deschamps ha ido modificando su plan inicial de ataque para encontrar el mejor ecosistema táctico en el que explotara Griezmann.

Empezó Antoine ante Australia (2-1) jugando en la punta. Se le vio aislado del juego colectivo. En el segundo partido (1-0 a Perú, gol de Mbappé) ya jugaba en el sitio en el que está acostumbrado, de segunda punta. Apenas pisó el área. Deschamps seguía con la mosca detrás de la oreja. Antoine, también. En el tercer encuentro (0-0 contra Dinamarca), igual. Francia espera a Griezmann.