En una final europea doce años después, España repitió como subcampeona, superada con rotundidad por Bélgica, un ciclón que soportó durante diez minutos con 0-0 e incluso lo resistió hasta el segundo cuarto, cuando ya comprobó que el título en Amberes era una meta inalcanzable. El 5-0 así lo refleja.

La plata, tras más de una década, exigía un mérito indudable, pero el oro era el premio mayor. No sólo porque proclama al campeón de Europa, sino porque otorgaba una plaza directa en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. El trofeo y el billete son para Bélgica; el subcampeonato, para España, que aún necesita lograr un lugar en Japón.

Alertada una, la selección española, por el 5-0 con el que perdió en la primera jornada de la fase de grupos y alentada otra, Bélgica, la campeona del mundo, por un estadio lleno, el inicio era previsible, dictado por la presión local, por la ambición de partida del que se siente favorito y por la resistencia del visitante.

El 0-0 duró diez minutos, hasta que una acción por la banda y la línea de fondo desbordó a la defensa española. A toda velocidad penetró por el lado derecho Wegnez, que asistió para el remate de John Dommen a cinco minutos del cierre del primer acto, en el que España también tuvo sus dos penalti córner, pero los dos terminaron en nada.

Ya no tuvo más opción España, sometida de forma incontestable al ritmo, al juego y al despliegue de Bélgica y doblegada ya con rotundidad. En ataque y en defensa, con la posesión y sin ella, en el marcador y en el terreno de juego.

Rebasado el primer minuto del segundo cuarto, Van Aubel estableció el 2-0. Instantes después, el imparable Tom Boon anotó el 3-0 a la escuadra en un penalti córner.

Al descanso, la ventaja era ya inabordable: 4-0. El cuarto tanto, un golazo, lo aportó Emmanuel Stockbroekx. España ni se acercó a la eficacia de Bélgica, que transformó el 5-0 por mediación de Hendrickx a 21 minutos para el final.