A pesar de que la respuesta de emergencia a la explosión en Beirut, que tuvo lugar hace más de seis meses, fue rápida y en gran medida efectiva, la oenegé World Vision advierte de que la situación de los menores y sus familias nunca ha sido peor. El incidente del 4 de agosto se sumó a una situación de crisis que ya se estaba produciendo a causa del covid-19.

Las escuelas están cerradas, los centros de salud no son accesibles, las familias no pueden trabajar ni pagar la comida y no hay agua corriente. Hay 541.000 niños y niñas vulnerables que están en riesgo de matrimonio infantil y trabajo infantil, mientras sus familias luchan por mantenerlos. El número de niños y cuidadores que informan de problemas de salud mental y necesidad de apoyo psicosocial está aumentando y, si no se les facilita apoyo, corren un gran riesgo de padecer problemas de salud mental.

«Aunque ya no estemos en los titulares de las noticias, no significa que la gente de Beirut ya no necesite ayuda. La situación de emergencia después de la explosión puede haberse calmado, sin embargo, el pueblo libanés todavía lucha por sobrevivir a numerosas crisis en curso», advierte Hans Bederski, director de World Vision en Líbano.

Mientras World Vision continúa abordando las necesidades de 163.000 personas afectadas por la explosión, insta a la comunidad internacional a invertir en mantener a los niños y niñas en las escuelas y dar prioridad a la protección infantil y al apoyo a la salud mental. «Si no lo hacemos y no actuamos ahora, la protección y el bienestar de miles de niños se verán comprometidos», añade Bederski.

«Las familias de Beirut, que ya estaban luchando por sobrevivir a el covid-19 y a una crisis económica, se vieron obligadas a lidiar con otra catástrofe como lo fue la explosión devastadora del pasado verano. Seis meses después no se han recuperado. De hecho, las cosas están peor para ellos. Hacemos un llamamiento a la solidaridad internacional con el pueblo del Líbano, que no se encuentra en una situación de crisis menor ahora que el 4 de agosto», concluye Rami Sharma, director de operaciones en campo de World Vision en Líbano. H